Alta tensión en Jerusalén tras el asesinato de dos policías israelíes
Netanyahu decide cerrar la explanada de las Mezquitas por motivos de seguridad
Las autoridades investigan la posibilidad de que sea una acción de un grupo cercano a los Hermanos Musulmanes
Las fuerzas de seguridad de Israel cerraron ayer viernes, día de rezo musulmán, la explanada de las Mezquitas, el tercer lugar más sagrado del Islam. Lo hicieron después de que dos policías israelíes perdieran la vida a manos de tres palestinos de nacionalidad israelí, que fueron abatidos poco después de abrir fuego en un inusual incidente en la ciudad vieja de Jerusalén. Los atacantes –Mohamed Jabarine, Mfadal Jabarine y Abdel Latif Jabarine, dos de 29 años y uno de 19– llegaron a la Puerta de los Leones y empezaron a disparar a las 7.00 de la mañana contra dos policías que patrullaban la zona antes de las plegarias semanales. Iban armados con fusiles y pistolas que lograron introducir en algún momento. Una hora antes, uno de ellos escribió una nota en las redes sociales donde decía: “Mañana la sonrisa será más bella, gracias a Dios. Basta”. Venían de la ciudad de mayoría árabe de Um el Fahm, en la provincia de Haifa, donde sus familiares se encuentran en shock. Shafia Jabarin, tío de un atacante, declaró que “eran gente culta y cuando escuchamos lo que les había ocurrido, pensamos que era un error”.
Los policías muertos son Kamil Shinan, de 22 años y Haiel Satawe, de 30, ambos pertenecientes a la minoría drusa de habla árabe, que cuenta con unas 130.000 personas en Israel.
Las autoridades israelíes decidieron cerrar la explanada –que concon tiene la mezquita Al Aqsa y el Santuario de la Cúpula de la Roca– evacuando a los feligreses y no permitiendo la realización de las plegarias habituales en las que participan decenas de miles de musulmanes. El ministro de Seguridad Interna, Gilad Erdan, avisó que este ataque “ha cruzado todas las líneas rojas”. Por su parte, el primer ministro, Beniamin Netanyahu, llevó a cabo consultas inmediatamente con todos los jefes de las fuerzas de seguridad y de la policía. Se teme que un atentado terrorista en una de las zonas más sensibles del planeta haga estallar una nueva ola de violencia de magnitud incalculable.
El movimiento no ha gustado al director de la mezquita Al Aqsa, Omar al Kiswani, que acusó a Israel de cancelar las plegarias en la Explanada por primera vez desde 1967, enviando así un mensaje a todo el mundo árabe y musulmán. El gran muftí de Jerusalén, Mohamed Husein, fue arrestado momentáneamente después de que alentase a los feligreses a ir en masa a la mezquita pese a la prohibición. “No hay ninguna fuerza en la Tierra que pueda impedir a los musulmanes acudir a Al Aqsa y llevar a cabo sus oraciones ahí”, manifestó. De la misma forma se expresó el movimiento nacional palestino, Al Fatah. En las calles de la ciudad vieja, miles de musulmanes llevaron a cabo plegarias improvisadas y se produjeron enfrentamientos entre palestinos y policías israelíes.
En cambio, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abas, habló por teléfono Netanyahu y condenó el atentado, rechazando “toda forma de violencia, sea del lado que sea, especialmente en lugares de culto”. Aún así, el rais palestino pidió al israelí que anule la decisión de cerrar la Explanada y la mezquita, advirtiéndole de las repercusiones de esta medida. Netanyahu le contestó que “Israel llevará a cabo todo lo necesario para preservar la seguridad en el Monte del Templo sin alterar el statu quo”, que tanto temen los musulmanes. Es la primera conversación entre ambos desde hace un año, cuando el primer ministro presentó sus pésames a Abas por la muerte de su hermano. Ambos se encontraron también en septiembre en el funeral del expresidente israelí Shimon Peres.
La Segunda Intifada, que provocó numerosos muertos entre el 2000 y el 2005, estalló cuando el entonces líder de la oposición, Ariel Sharon, decidió visitar el Monte del Templo, en el que hace siglos se construyeron mezquitas sobre los restos del antiguo Templo de Jerusalén.
La policía investiga la posibilidad de que se trate de una acción organizada por el Movimiento Islámico de Israel, un grupo islamista radical ilegalizado recientemente que forma parte de los Hermanos Musulmanes, no acepta la existencia de Israel y concentra sus esfuerzos en la mezquita de Al Aqsa. El grupo islamista Hamas aplaudió el atentado como “una respuesta natural a los crímenes de la ocupación”.
La gran pregunta es si el ataque será el catalizador de un nuevo levantamiento. Mucho depende del liderazgo árabe, del presidente Abas, y del rey jordano Abdalah, que es quien paga el sueldo de la autoridad islámica que controla la Explanada de las Mezquitas. Pero en un lugar como el Monte del Templo y durante uno de los julios más calurosos de la historia de Israel no hace falta mucho para prender la mecha que incendie la región. Jordania e Israel mantienen relaciones estratégicas más cercanas que nunca en los últimos meses, luchando conjuntamente de forma muy discreta contra grupos islamistas radicales. La pregunta es si lograrán enfriar los ánimos a tiempo.