China reacciona con ira a las críticas por la muerte del Nobel Liu Xiaobo
Pekín protesta formalmente ante EE.UU., Alemania, Francia, y la ONU
China ha encajado mal las críticas de la comunidad internacional, que la han acusado poco menos que de acelerar la muerte del premio Nobel de la Paz, escritor y disidente, Liu Xiaobo. Pekín reaccionó ayer con ira a tales acusaciones, calificó de “irresponsables” los comentarios de los países que han reprochado su actitud y les presentó protestas formales. Pero las recriminaciones a las autoridades chinas parecen lejos de apagarse. Las mismas voces que hace veinticuatro horas reclamaban un gesto humanitario en favor de Liu Xiaobo piden ahora la libertad para su viuda, Liu Xia, en arresto domiciliario desde octubre del 2010, por el simple hecho de ser la esposa de un enemigo del régimen comunista.
El Gobierno chino respondió con dureza a las críticas que ha recibido durante los últimos días por su intransigencia a permitir que Liu Xiaobo viajara al extranjero para ser tratado de su cáncer de hígado en fase terminal. Unos reproches que arreciaron a última hora del jueves al conocerse su muerte en medio de fuertes medidas de seguridad en un hospital de Shenyang. “Hemos presentado protestas ante algunos países para mostrar nuestro descontento”, dijo el portavoz de Exteriores, Geng Shuang, quien citó explícitamente a EE.UU., Alemania y Francia, así como contra el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Zeid Ra’ad al Hussein.
El portavoz chino justificó esta iniciativa porque, en su opinión, estos comentarios “no tienen base alguna” y constituyen una “interferencia en los asuntos internos de China”. Geng precisó, asimismo, que la condena de once años que cumplía el escritor “no tenía nada que ver con la libertad de expresión”.
Y se mostró especialmente duro con el comité del Nobel que atribuyó el premio al disidente chino. Geng no vaciló en calificar a Liu de “criminal” y de subrayar que “era un preso que había sido sentenciado a prisión de acuerdo con la ley china y sus palabras iban contra los principios y propósitos del premio Nobel de la Paz. Concederle el premio (...) fue una blasfemia al galardón”.
Su comentario halló la pronta respuesta del ex presidente del comité del Nobel de la Paz, Thorbjorn Jagland. “La lucha por los derechos humanos contribuye a la paz”, escribió en Twitter este político noruego. “Es por esta razón que el comité que yo presidía le otorgó el premio de la Paz a Liu Xiaobo”, explicó Jagland.
Una iniciativa que las autoridades chinas no han perdonado. Ayer mismo, la actual presidenta del comité que otorga este premio, Berit Reiss-Andersen, vio rechazada su demanda de visado para acudir a los funerales del escritor y disidente porque necesitaba una carta de invitación de la viuda o de un familiar de Liu Xiaobo. Un trámite burocrático que las autoridades chinas consideran imprescindible, aunque sea para asistir a unas exequias.
Precisamente Reiss-Andersen es una de las personas que, en nombre del comité del Nobel de la Paz, alzó la voz ayer para expresar su preocupación por la suerte de Liu Xia, la viuda de Liu Xiaobo, una inquietud que también mostraron países como Alemania, Francia y EE.UU., que ya han reclamado a las autoridades chinas que la pongan en libertad.
Y es que desde la muerte de su esposo nada se sabe de ella. Ningún amigo de la familia ha podido contactar con la poeta y muchos sospechan que puede estar sometida
Pekín califica de “criminal” al activista y de “blasfemia” al hecho de haberle dado el Nobel de la Paz La muerte del Nobel de la Paz chino desata la preocupación por la suerte de su viuda, la poeta Liu Xia
a una estrecha vigilancia.
“Estamos muy preocupados por su salud y su estado mental después de tantos años de encierro”, subrayó el activista y también amigo de la pareja, Hu Jia, quien teme incluso que Liu Xia decidiera suicidarse, tras los siete años de arresto domiciliario que ha sufrido por el simple hecho de ser la esposa del premio Nobel de la Paz.
La prueba de que Liu era un personaje tabú para el régimen lo demuestra el hecho de que ayer la censura funcionó a tope. Ni en las redes sociales ni en la prensa china en mandarín había ninguna mención sobre su muerte. Sólo la agencia oficial Xinhua publicó una breve nota en inglés, en la que omitía que era Nobel de la Paz y subrayaba que cumplía una pena de cárcel, y el Global Times, también en inglés, lo citó en su editorial para criticar a las “fuerzas extranjeras que quieren demonizar China”.