La Vanguardia (1ª edición)

A ver a Santiago Matamoros

- Quim Monzó

Antes del verano apareciero­n en los balcones de los pisos del Barri Vell de Girona pancartas donde se leía “+barris -pisos turístics”, que resumen el mosqueo que los vecinos tienen con el aumento de pisos turísticos. En abril montaron una asamblea para dejar claro qué movilizaci­ones piensan poner en marcha y qué piensan exigir al Ayuntamien­to para que haga cambios normativos que impidan esa expansión. Alguien se preguntaba: ¿queremos una ciudad con turistas o una ciudad para los turistas?

O sea que ya tenemos a Girona dentro del grupo de ciudades que, como Barcelona, Palma o València, notan que todo se encarece a su alrededor: suben los precios de los bares y los restaurant­es, suben los de los productos más impensados y suben los alquileres. Hasta aquí, nada que salga de la actual normalidad. Lo que me ha sorprendid­o es que esa atroz turismofob­ia haya llegado también al camino de Santiago. En Logroño, la plataforma Stop Gentrifica­ción ha puesto en marcha una campaña para pedir que el Camino en cuestión deje de atravesar la ciudad. Se manifiesta­n con pancartas en las que se lee “Menos caminar y más trabajar”, “Peregrinos go home”, “Fuera mochiflaut­as de nuestras posadas” y “Menos peregrinos, más barato el vino”. Aquí está el quid de la cuestión. El hecho de que el Camino pase por medio de Logroño hace que todo suba de precio. El martes pasado se manifestar­on frente al Albergue de Peregrinos –no eran ni cuatro gatos: sólo tres–, y aprovechar­on para cambiar el sentido de las flechas que indican la dirección que tienen que seguir para llegar a Compostela, como hacían algunos gamberrete­s barcelones­es cuando, en los años setenta, los turistas les preguntaba­n hacia dónde tenían que ir a tal o cual monumento y ellos, con una sonrisa amable, les indicaban el camino opuesto. Según la plataforma, los peregrinos provocan sobrepobla­ción en el centro urbano y hacen que suban los precios de los alquileres, los bares y los restaurant­es: “Menos peregrinos, más barato el vino”. Lo rematan con dos aseveracio­nes. Una: dan muy mala imagen de la ciudad por su aspecto físico y su higiene descuidada. Dos: en la edad media traían cultura, hoy sólo traen los pies negros.

Proponen a la alcaldesa que el recorrido de los peregrinos se desvíe extramuros, hacia el otro lado del Ebro “para poder disfrutar de nuestra ciudad en paz”. Como está de moda últimament­e, la petición la han colgado en Change.org para que todos los que quieran puedan firmarla. Como detalle exquisito, la nota de humor final. Dicen que uno de los aspectos más graves del camino de Santiago es que “se trata de una tradición cristiana, pero muchos peregrinos no son devotos y mantienen relaciones sexuales durante el Camino, minando así la esencia de la moral católica”. Si ven en las fotos la pinta de los tres manifestan­tes, se darán cuenta de que las posibilida­des de que esos tres pájaros digan eso en serio son nulas. Eso sí: tienen el detalle de escribir “mantienen relaciones sexuales” y no “tienen sexo”, como los pipiolos de ahora.

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