El otro Gaig
Carles Gaig acaba de abrir, sin socio local, un restaurante con su nombre en Singapur; su propuesta de cocina catalana se suma a la de los locales que dirige Jubany
Si los canelones, la escudella o los arroces que preparan Carles Gaig y su colega Nandu Jubany se disputan amistosamente el puesto entre los mejores, no cabe duda de que en Singapur, donde ambos tienen restaurantes, quienes busquen la mejor cocina catalana lo tienen fácil para acertar, elijan lo que elijan. El chef barcelonés ha abierto esta semana Gaig, su primer negocio propio fuera de Catalunya. Lo hace justo cuando la compañía aérea de aquel país acaba de poner en marcha dos vuelos directos semanales desde El Prat, lo que le permitirá desplazarse a menudo para supervisar el trabajo de su jefe de cocina, Esteve Garcia Vilanova (Barcelona, 1991), y de Nuria Gibert, quien dirige el restaurante.
Primero, siguiendo el ejemplo de Jubany, abrió allí La Ventana, con un socio (en su caso coreano). “No teníamos el mismo talante, y el hecho de que decidiera despedir a uno de mis cocineros por un malentendido fue el detonante para decidirme a abandonar el proyecto, el pasado abril”, explica el chef barcelonés. El nuevo Gaig, cuenta, no tiene grandes dimensiones porque la inversión es propia. “Nosotros no somos de altos vuelos, aunque en un futuro esperamos poder ampliar en la planta superior del local”. La experiencia del restaurante que ha dirigido dos años en el país asiático, asegura, le ha valido para conocer los gustos y el tipo de clientela que se siente atraída por esos platos de cocina catalana que en Singapur resultan exóticos. “Los canelones y también los arroces fueron la estrella en La Ventana, donde no había mesa en la que no se pidiera algún canelón, Y todo apunta a que seguirán siéndolo”. A diferencia del anterior local, que se encontraba en una zona residencial, Gaig despega en solitario en pleno centro financiero, rodeado de rascacielos. Allí ofrece platos para compartir: calamarcitos rellenos, pies de cerdo con nabos, albóndigas con sepia... “Queremos hacer una cocina catalana, algo canalla, con productos de Singapur”. Quiere contribuir a “fer país” mostrando la riqueza del recetario sobre el que él trabaja y de los vinos, que quien quiera podra beber en porrón. “De momento ya he conseguido que el personal aprendiera a usarlo”. A mediodía la mayoría de los clien-
El restaurante arranca como un bistrot con platos de cocina catalana y una puesta en escena desenfadada
tes son ejecutivos de la zona. “No pretendemos ser ostentosos, sino todo lo contrario, funcionar como un bistrot casual en el que los clientes disfruten y quieran repetir. No faltarán las croquetas o las bravas, que conocen porque las habrán probado en la Rambla”. La idea, explica, es ofrecer platos sencillos de calidad que permitan comer en una hora, que es el tiempo del que disponen muchos de los vecinos que trabajan en la zona. Para la noches crearán una propuesta más elaborada. Carles Gaig, que estos días se encuentra en Singapur para la puesta en marcha, regresará allí de nuevo unos días en agosto para seguir los primeros pasos de lo que él describe como “mi bebé”.