La Vanguardia (1ª edición)

Garfunkel revivió los setenta en Pedralbes

El cantante norteameri­cano cerró el festival con un recital intimista en el que el público le perdonó sus numerosos problemas de voz

- ESCENARIOS Josep Massot Barcelona

Del dúo, poco dinámico, que en los años setenta cantaba con voz melosa The sound of silence, Art Garfunkel era el de la rubia pelambrera rizada y mirada tierna de buen chico progre, mientras Paul Simon era su opuesto bajito, moreno, bigotudo, larga melena, un tipo de Brooklyn o de Queens. Con el tiempo, a medida que avanzaba la calva de Garfunkel, el halo rizado se iba reduciendo hasta que ahora, con casi ochenta años, el Garfunkel que apareció en el escenario del Festival Jardins de Pedralbes es un señor mayor con pinta de profesor bonachón en excedencia, que enseguida conectó con el público, aunque anoche por momentos se le quebró la voz y de hecho improvisó un descanso cuando apenas había transcurri­do media hora, guardándos­e sus hits para el final.

Le habíamos perdido la pista a Garfunkel hasta que otro septuagena­rio, Bernie Sanders, decidió utilizar el tema America en el cierre de su campaña presidenci­al contra Hillary Clinton. Y la canción America sigue funcionand­o, por mucho que ahora no haya letras de gente fumando o deteniendo el coche para comprarse una cajetilla de tabaco mientras haces autoestop por Estados Unidos, con su contagioso estribillo “The’ve all come. To look for America, All come to look for America, All come to look for America”, que suena hoy como un himno nostálgico de otra América que se perdió con las cenas de la señora Clinton a 245.000 dólares y las bravatas xenófobas de Trump. Es esa sintonía de complicida­des que se crea entre los nietos y los abuelos, pasando por alto a los padres. Aunque, ayer en Pedralbes, había muchos norteameri­canos, pocos nietos y no cantara America. Los dos, Bernie Sanders y Art Garfunkel, liberales de la misma edad, siguen, como The Boxer, el pobre chico que dice que se va, que se va, pero “el luchador aún permanece”, aunque a veces le falle la voz, y se le quiebre a mitad de canción.

Por contrato, Garfunkel tenía que cantar sus viejos hits ,yesuna pena que no incluyera algunos de los temas que aún hoy hacen las delicias de las fiestas vintage que recuperan los discos de vinilo de 45 rpm, Ese sonido, algo cursi, de rock and roll de los sesenta como Beat love. Sí cantó, en una noche que amenazaba lluvia, Bridge over troubled waters, un canto típico de amistad, el aquí tienes un amigo, como cantaba otra Simon, Carly, al piano, y que muchos asistentes a Pedralbes se sabían de memoria, e incluso algunos, aquellos que a los parties les llamaban guateques, y nunca han oído hablar de raves, escuchaban abrazados

Una salva de aplausos acogió los primeros acordes de una guitarra rompiendo el silencio de una de las noches más húmedas del año, la canción que, dijo “cambió mi vida”. “Hola, oscuridad, vieja amiga, he venido de nuevo a hablar contigo”, susurra Garfunkel, porque ha visto a “gente conversand­o sin hablar, gente oyendo sin escuchar, gente escribiend­o canciones que las voces nunca comparten”. Pero aquí, en Barcelona, sí que compartían sus canciones y no dejaban que el silencio se extendiera como un cáncer.

Por supuesto, Paul Simon fue una sombra que sobrevoló por el escenario. ¿Dónde está la otra mitad, la otra voz del dúo, la juventud perdida, y sólo recuperada a través de las canciones que reavivan emociones dormidas? En el auditorio de Pedralbes había un señor mayor con aspecto de profesor de universida­d bonachón, pero no era Garfunkel sin Simon –separados hace medio siglo, desde 1971, vueltos a reunir por motivos alimentici­os y de nuevo separados, con los celos sobre quién escribió las canciones o quién las cantaba mejor– porque son inseparabl­es a su pesar: en la mente de los asistentes había una segunda voz imaginaria que llegaba a través del tiempo. El tiempo no pasa, ese es el poder de la música, que mientras suena detiene el reloj y el calendario. Mientras suena.

El cantante hizo constantes alusiones a los años en los que compartía dúo con Paul Simon

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LLIBERT TEIXIDÓ Art Garfunkel se presentó acompañado de una guitarra acústica y un piano
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