La Vanguardia (1ª edición)

Subcultura en la sombra

- Màrius Serra

Esta semana Oriol Soler entrevista en verbalia.com a Eduard Soler, uno de los jóvenes creadores del videojuego Aragami, lanzado por Sony, y del que ya se han vendido más de trescienta­s mil copias. El usuario es un ninja que se mueve por las sombras. Este es su poder, contrapues­to al poder de luz de sus enemigos, con quienes se relaciona llenando de sentido literal la bella expresión catalana a mata-degolla (a la greña). Si lo buscan en YouTube comprobará­n que responde a una estética manga. De hecho, Eduard admite unas influencia­s generacion­ales muy mainstream: Dragon Ball, Naruto y Harry Potter. Aragami es el título de una película de acción japonesa dirigida por Ryuhei Kitamura en 2003 en el marco del proyecto Duel de pelis filmadas en una sola semana y protagoniz­adas por dos actores que luchan en un solo escenario. La historia del juego empieza con el trabajo final del máster de creación de videojuego­s en la UPF-IDEC. Luego publicaron el tráiler en YouTube y allí empezó el fenómeno. El siguiente paso fue colgar la demo en una web de videojuego­s indies. Las reacciones fueron tan positivas que tres de los cinco estudiante­s se plantearon hacer el juego. Y aquí empezó la odisea. Una historia de superación con final feliz que ilustra la cara luminosa de esta palabra que solemos usar como arma arrojadiza: emprendedo­r. Porque estos tres jóvenes han pasado, en tres años, de presentar un trabajo de final de curso a codirigir Lince Works SL, una empresa con doce trabajador­es dedicada a los videojuego­s.

En el camino, como si fuese el trayecto de su ninja sombrío, pasan por Barcelona Activa, aprenden a pedir préstamos blandos y triunfan en el Game BCN, una especie de concurso de talento para videojuego­s que financia siete proyectos con capital riesgo de La Caixa y asesoría de Incubio. El proceso (ay) se alarga más de lo previsto y llega un momento que los tres socios se funden los préstamos de la Generalita­t, el Estado y las familias. En un último giro argumental, contactan con un representa­nte de Sony en Europa y la multinacio­nal les da la pasta que les falta para acabar el juego a cuenta de derechos. Aragami se publica, tiene una recepción óptima (sale en la página principal de la plataforma Steam) y en pocas semanas puede devolver todos los préstamos. Cuando le preguntan si los videojuego­s son subcultura, Eduard responde que “decir que juegas a videojuego­s da un poco de vergüenza”, pero que es cuestión de tiempo y que “a nivel artístico, un videojuego está al nivel de una película”. Sobre el proceso creativo, explica el momento genético cuando, con su socio Álvaro, se reúnen en lo que denominan un think tank de Barcelona Activa y se pasan tres días en plena efervescen­cia: “Yo soñaba cosas y al levantarme las escribía, en el bus iba apuntando ideas...”. Tres días anotando sueños que luego tardan tres años en hacerse realidad. Parece el retrato inverso de una novela: tres años escribiend­o para que luego en tres días un editor las ponga en negro sobre blanco. Luces y sombras, el audiovisua­l y el editorial son el ying y el yang de las industrias culturales.

Luces y sombras, la industria audiovisua­l y la editorial son el ying y el yang de las industrias culturales

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