La Vanguardia (1ª edición)

Una final de espejos

Garbiñe Muguruza busca hoy el título en el All England Club ante Venus Williams

- MARTA MATEO Londres Servicio especial

Cuando el 2 de julio de 1994 Conchita Martínez se proclamó campeona de Wimbledon entró directa al Olimpo de las mejores. No importa cuántos Grand Slam se ganen. Vencer en la catedral del tenis te da acceso automático a la gloria eterna. Tu nombre quedará registrado en la pizarra de honor, con fondo verde musgo y letras doradas. Ahí es donde Garbiñe Muguruza quiere verse. “Siempre me fijo en esa lista”, confiesa la hispanoven­ezolana. “Hay muchos nombres repetidos”, bromea en referencia a las hermanas Williams, Martina Navratilov­a o Steffi Graf. “Me gustaría ver mi nombre ahí, poner de nuevo un apellido español en esa lista”. Muguruza, ya campeona de Grand Slam con su espectacul­ar título en el 2016 en Roland Garros, quiere más. Quiere ascender el peldaño del prestigio y guiándole estará la única española capaz de ganar aquí. El destino tuvo un hermoso capricho. El escenario está preparado: la central vivirá una final de espejos a partir de las 15 h.

Son muchos los paralelism­os que hay entre la final de este 2017 y la final de 1994. Martínez, entonces de 22 años, se enfrentaba a la veterana y ya entonces mítica Martina Navratilov­a, que a sus 37 años disputaba su último Wimbledon en individual­es. Hoy, una Muguruza de 23 primaveras se medirá a la eterna Venus Williams, cinco veces campeona, que disputará su novena final. Venus sólo ha perdido finales en la central ante su hermana Serena, considerad­a la mejor tenista de todos los tiempos. Venus, leyenda viva de la raqueta, la misma que cumple en este 2017 el vigésimo aniversari­o de su debut en el All England Club, tratará de cambiar el guión. Si Navratilov­a se quedó a las puertas de un décimo Wimbledon ante Conchita, Williams tratará de frenar el ciclón Muguruza.

“Eran las primeras jugadoras que empezaron a pegarle fuerte a la bola. Imponían y siguen imponiendo. Son muy atléticas, muy luchadoras y ganadoras. Creo que Seles fue una de las primeras en marcar eso, en pegarle a la bola tan rápido. Luego llegaron ellas y cambiaron el tenis”, fotografía Martínez a las Williams. “Es espectacul­ar el año que está jugando Venus. La veo muy bien, muy peligrosa y muy potente. Es una gran jugadora”.

A favor de la mayor de las Williams, un cara a cara en el que tiene tres victorias por solo una derrota ante Muguruza. A favor de la pupila de Martínez, el último enfrentami­ento fue su único triunfo ante la estadounid­ense, en los cuartos de final de Roma de este año. El interrogan­te: nunca se han enfrentado sobre hierba.

Martínez trata de desgranar las claves de la final. “Debe salir igual que estos días, tranquila”, avisa. “Será diferente, un partido más como los tres primeros. Las bolas le van a venir muy rápido, se va a tener que mover extra rápido también. Será muy exigente. Hay que sacar a Venus de su zona de confort. Venus es una leyenda, será un partido complicado ante una jugadora que va a querer imponer su ley. Garbiñe tiene que ir a lo suyo”.

Mucho ha cambiado entre la primera final y la segunda en Wimbledon para Muguruza. Dos años en

Hay muchos paralelism­os entre la final de hoy y la de 1994, la que ganó Conchita Martínez

los que ha cambiado de entrenador –se separó de Alejo Mancisidor en agosto del 2015 y fichó poco después a Sam Sumyk–, ha cambiado su residencia y también su alimentaci­ón. Si la final del 2015 ante Serena Williams la definió como “un flan con brownie por encima, con nata chorreando por todos lados y mucho chocolate”, la cita ante Venus tendría otro sabor completame­nte distinto.

“Quitaría tantas cosas… Antes, tenía más cosas en la cabeza”, reconoce. “Lo quería todo a la vez. Ahora intento hacerlo más simple todo, con más calidad en lo que hago. Es un reflejo. Sería algo más simple y bueno”. La simplicida­d en sus movimiento­s, en sus rutinas y en su día a día se han visto en la pista. Muguruza está tranquila y la paz también le llega con Martínez, que no ha querido cambiar drásticame­nte nada de lo trabajado con Sumyk. Han sido el complement­o perfecto. La pieza que ha hecho que todo encaje en el puzle.

Muruguza se mirará en el espejo de Martínez. Venus lo hará en el de su hermana. Y ambas pelearán por desafiar a la historia.

“Antes lo quería todo a la vez; ahora intento hacerlo más simple todo, con más calidad en lo que hago”

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DANIEL LEAL-OLIVAS / AFP Garbiñe Muguruza dirigiéndo­se a entrenar, ayer en el All England Club

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