La Vanguardia (1ª edición)

MUGURUZA SE CORONA EN WIMBLEDON

LA TENISTA CONQUISTA SU SEGUNDO GRAND SLAM TRAS ARROLLAR A VENUS WILLIAMS

- MARTA MATEO

“Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti, / pero también dejas lugar a sus dudas. / Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo; / Si puedes pensar y no hacer de tus pensamient­os tu único objetivo; / Si puedes conocer al triunfo y la derrota, / y tratar de la misma manera a esos dos impostores (...), / Si puedes llenar el inexorable minuto, con sesenta segundos que valieron la pena recorrer… / Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella”.

El poema If de Rudyard Kipling viste la entrada de la catedral del tenis. La puerta al Olimpo de la raqueta lleva unas palabras que vistieron el guion firmado por Garbiñe Muguruza. Suya fue la catedral del tenis y todo lo que hay en ella. Su raqueta habló por sí sola. Su ímpetu le hizo volar. La hispanoven­ezolana ascendió a una dimensión que le sitúa en la gloria tenística, tras conquistar en el All England Club su primer Wimbledon y segundo Grand Slam de su carrera. A los 23 años, con toda una vida por delante y la inmortalid­ad en el horizonte. Un capítulo de 1 hora y 17 minutos en los que la eterna Venus Williams fue incapaz de resistir el impulso de la juventud: 7-5 y 6-0 para una espectacul­ar actuación de la caraqueña.

Justo al cumplirse las dos de la tarde, con la puntualida­d británica llevada a su máxima expresión, las dos contendien­tes entraron a la pista con el techo cubriendo la central. La acústica multiplicó los decibelios. Muguruza, seria, ya no caminó con el asombro de la final del 2015 ante Serena. Abrumarse en los grandes escenarios nunca ha sido un defecto de la vasca, pero hace dos veranos en sus ojos había inocencia. Esta vez, una mirada felina.

Cual reina, Venus hizo esperar a Garbiñe. Pidió a Eva Asderaki, juez de silla de la final, que comprobase el estado de su jardín. Y cuando recibió el OK, arrancó con un saque directo. Boom. Cerró el juego con un revés paralelo y ya en esos tres minutos iniciales, Muguruza supo la clave del encuentro. Quien mandase, se llevaría el duelo. Hasta el momento no se había encontrado con un estilo similar al suyo, poderoso, fuerte. Y si Venus empezó con un saque directo, la hispanoven­ezolana lo hizo con una doble falta. La pupila de Conchita Martínez se sacu-

dió después los nervios y se dio cuenta de que, si movía a la veterana jugadora, los puntos caerían de su lado. Pero para finiquitar los puntos hacía falta acierto. Su derecha se iba larga cada vez que le llegaba la bola quemada de Venus. A medida que avanzaban los juegos, la estadounid­ense iba entrando más en calor y los nervios empezaban a vislumbrar­se en Muguruza.

En el sexto juego, entró en un debate interno. La Garbiñe de ha- ce dos años apareció con una doble falta que puso el 30-30 y dejó una bola fácil a media pista donde Venus remató con un passing para lograr la primera bola de break. La Garbiñe de este Wimbledon 2017 apareció entonces para salvar esa bola con una soberbia defensa y posteriorm­ente un ace.

Aunque cometió tres dobles faltas en un mismo juego, Williams sobrevivió a la primera bola de break de Muguruza con un game marca de la casa: si había una doble falta, le seguía un saque ganador o un ace. Se agarró con todo Venus en el juego más largo hasta el momento mientras la campeona de Roland Garros 2016 seguía debatiendo consigo misma. “¡Seguimos, seguimos!”, le gritaban desde el box. Venus seguía intratable.

Cuando llegó el momento de la verdad en el primer parcial, la discusión continuó. Muguruza se encontró dubitativa en los cuatro primeros puntos, concediend­o dos bolas de set a Venus. Pero después salió su mejor versión: salvó el primer punto de set con un antológico peloteo, el segundo con saque ganador y acabó cerrando el juego y poniendo el 5-5 con una sensaciona­l derecha. Cuando sacó garra y corazón, Muguruza evolucionó a su versión más peligrosa y también la más agresiva. Fue un punto de inflexión. El despertar de primavera. Luego, quebró por primera vez el poderoso servicio de Williams e inició la revolución.

Afinó tanto los sentidos, que Muguruza vio cómo un saque de Venus se había ido fuera por milímetros. Pidió el ojo de halcón, acertó, y esto descentró de tal manera a la mayor de las Williams que entregó el break con una doble falta. Confirmó la rotura con su raqueta, y con el 2-0, con la frescura de la juventud y la calma de quien va por delante en el marcador, Garbiñe mutó a campeona. Ya no miró atrás y se volvió una depredador­a para convertirs­e en la única mujer capaz de acabar con la dinastía Williams en finales de Grand Slam. Nadie antes pudo superar tanto a Venus como a Serena en finales de grandes. Nadie hasta que apareció Garbiñe Muguruza Blanco, la indomable.

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 ?? SHAUN BOTTERILL / GETTY ?? Alegría. Muguruza, radiante, muestra el Venus Rosewater Dish después de vencer con claridad a la veterana Venus Williams en la final de Wimbledon
SHAUN BOTTERILL / GETTY Alegría. Muguruza, radiante, muestra el Venus Rosewater Dish después de vencer con claridad a la veterana Venus Williams en la final de Wimbledon

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