El Beach Festival atrae a 40.000 fans del tecno
El BCN Beach Festival reúne cerca de 40.000 seguidores del tecno
Desde la distancia el espectáculo es impresionante. Llamativo. Por momentos, incluso hermoso. El sol se pone y miles de jóvenes muy jóvenes –la organización habla de superar los 40.000 asistentes al final de la noche– bailan cerca de la playa, con el industrial skyline de las chimeneas de la central térmica de Sant Adrià del Besòs a sus espaldas. Son cuerpos felizmente perdidos en un ruidoso universo de kilohercios y decibelios, donde la percusión es tenaz y la melodía se alarga hasta el infinito. De golpe, todo se detiene. Después del estruendo, casi el silencio. Quietos. Parados. Hasta que el bajo estalla, chumpa, chumpa, seguido de un ritmo imparable entre mil reverberaciones y distorsiones: ahí vamos. De nuevo. ¡Saltad, saltad, malditos! La cuarta edición del BCN Beach Festival se celebró anoche en la pla- ya del Fòrum y el Parc de la Pau. Fueron más de doce horas de fiesta, de sol a sol, comandadas desde un gran escenario –con forma de nave pirata quebrada por la mitad– por nombres relevantes de la escena internacional de este tipo de música como Armin Van Buuren, Dimitri Vegas & Like Mike, Hardwell, Kygo y Martin Garrix entre otros.
La velocidad de la fiesta –la marcha– la pone el dj de turno. De los 120 y 130 beats por minuto del tecno, que es como los kilómetros por hora para los coches, a los 140 del trance, por lo menos. Y hasta sobrepasar los 140 o más en otras disciplinas de la música electrónica, de las que hay decenas. En este tipo de música no hay límite de velocidad, de beats. La sensación puede ser semejante a ir por la autopista a 140 por hora y sin cinturón. O sin casco.
Efectivamente el público es muy joven, apenas veinteañero. Ellas, en su mayoría, con pantalón corto y camiseta o la parte de arriba del biquini, al menos cuando arranca el evento, a pleno sol. Sobre las cuatro de la tarde, cuando se trafica en sombras. Ellos también gastan pantalón corto y camiseta, aunque el pantalón es más amplio y muestran una tendencia muy marcada a secarse la camiseta a la primera de turno para quedar con el torso desnudo. Algunos, los menos, llegan en monopatín: son los skaters que tendrán que arrastrar su vehículo toda la noche.
La música arranca fuerte desde el primer momento. Nada de lounge, chillout o ambient, estilos tranquilos más propios de esa gente de cierta edad que visitan el Café del
LA FIESTA DE LOS DJ Se suceden una docena larga de los mejores creadores de musica electrónica
MÚSICA TRANCE Dominan los estilos cañeros, como el trance de Armin Van Buuren, un clásico
Mar, y que precisamente tiene su sede barcelonesa muy cerca de la playa del Fòrum, donde estamos. No; en el BCN Beach Festival la música es más cañera: más “a saco Paco”, por simplificar y no perdernos en florituras y sutilezas de denominaciones como club dubstep, dark psytrance, Detroit house oel más conocido drum and bass, e tre muchas otras marcas, que parecen variaciones de lo mismo: jerga de especialistas.
Aquí, junto a la playa, esta noche, la gente quiere marcha, y marcha les da Joswerk, el primer dj de la tarde, que brega con los primeros asistentes, esos que no miden sus fuerzas. Como luego lo hace Kittens, la chica de la panda de dj, que llega al atardecer,
Y ya por la noche un mito como Armin Van Buuren, uno de los inventores del trance, todo un clásico. La fiesta será larga. La gente va y viene, y cuando viene lo hace tarde. No importa. Queda fiesta para rato. Está previsto que cierre el holandés Hardwell a eso de las seis de la mañana de hoy mismo. Algunos resistirán. ¿Se ayudarán con suplementos como la metilenodioxidometanfetamina? ¿Ese producto llamado por abreviar MDMA, y más conocido como éxtasis?
Fuentes de la organización están convencidas qué no, que nada de drogas. Hablas con ellos y describen la fiesta como un baile de graduación. O como un campamento juvenil. La seguridad es abundante, también es cierto. Nunca ha habido ningún incidente, y tampoco parece que vaya a pasar nada este edición, la de consolidación. “Con la música y el alcohol –cerveza y ron– hay más que suficiente en el Barcelona Beach Festival”, me dicen. Bueno.