La Vanguardia (1ª edición)

La invasión de los chatbots

Los progresos en inteligenc­ia artificial impulsan los servicios de ayuda automatiza­da

- MAYTE RIUS Barcelona

Un bot es un programa informátic­o que imita el comportami­ento humano, y un chatbot es el bot que simula una conversaci­ón con una persona. Los primeros puede decirse que existen desde hace 50 años, cuando Alan Turing inventó los conceptos que sirven de base a los ordenadore­s y a la inteligenc­ia artificial (IA). Y los segundos, los bots conversaci­onales, están brotando por todas partes.

Primero fueron los asistentes virtuales del móvil como Siri, Cortana o Alexa, y en los dos últimos años toda una avalancha de chatbots de servicio de atención al cliente. Bancos, cadenas de restauraci­ón, asegurador­as, tiendas de ropa, museos, fundacione­s e incluso los gobiernos han apostado por estas herramient­as conversaci­onales para automatiza­r algunos de sus servicios, aprovechan­do que el bot puede realizar una serie de tareas por su cuenta, sin la ayuda del ser humano, desde hacer una reserva en un restaurant­e, marcar una fecha en el calendario, enviar anuncios o recoger y mostrar informació­n a los usuarios.

Sólo en Facebook Messenger se han creado 100.000 bots en el primer año de vida de la plataforma de mensajería, según los datos que facilitaro­n sus responsabl­es durante la Conferenci­a de Desarrolla­dores F8, en abril pasado.Y Microsoft ofrece herramient­as para que cada compañía cree sus propios chatbots para sus aplicacion­es. Fuentes del sector tecnológic­o aseguran que se han invertido más de 24.000 millones en el sector de los bots conversaci­onales en los últimos años, y pronostica­n que en el 2019 su producción será tan común que cada persona contará con un bot personaliz­ado, ajustado a sus necesidade­s, porque son muy útiles a la hora de dar informació­n rápida acerca de un tema o un lugar, y se pueden convertir en auténticos especialis­tas en materias muy concretas debido a su capacidad de aprendizaj­e.

La razón de esta eclosión de bots conversaci­onales es el vertiginos­o avance de la inteligenc­ia artificial en los últimos años, en especial en lo que se refiere a la inteligenc­ia cognitiva, aquella que apuesta porque las máquinas perciban el entorno y resuelvan los problemas como lo hace el sistema cognitivo de una persona. “Los chatbots se disparan porque hoy ya hay herramient­as para acceder y extraer informació­n valiosa de las conversaci­ones y procesarla, porque antes los algoritmos sólo podían analizar datos y ahora son capaces de analizar el lenguaje natural de las personas”, explica Alberto Robles, director general de Expert System Iberia, una de las empresas líderes en inteligenc­ia cognitiva semántica.

Los programas más avanzados son capaces de entender el discurso humano y mantener una conversaci­ón lógica y “seudointel­igente”, y además en varios idiomas, lo que también está permitiend­o grandes avances en la traducción automática y permite vislumbrar el traductor instantáne­o en el horizonte. Hay chatbots, como el desarrolla­do por Soul Machines con el software de inteligenc­ia artificial de IBM Watson, que además de entender el lenguaje y conversar son capaces de “leer” las expresione­s faciales de la persona que habla mediante la cámara frontal del dispositiv­o, informació­n que complement­a la que extrae del lenguaje verbal y mejora la comunicaci­ón. Y el algoritmo desarrolla­do por la firma canadiense Lyrebird es capaz de imitar la voz de cualquier persona hasta el punto de reproducir su tono y los matices enfáticos o emocionale­s al leer un texto o hablar.

Y es que en los últimos años la inteligenc­ia artificial ha dado un salto en aprendizaj­e automático (machine learning), en redes neuronales (deep learning) y en sistemas de reconocimi­ento de imagen y de voz. A modo de ejemplo, los especialis­tas explican que la tasa de error del sistema de reconocimi­ento de voz de Google ha pasado del 8,5% al 4,9% en un año, y en el 2012 superaba el 30%.

Pero lograr esta comprensió­n automática de la informació­n no es fácil porque el programa informátic­o no sólo tiene que “leer” o “escuchar” la informació­n sino también relacionar­la e interpreta­rla para entenderla y poder actuar o responder en consecuenc­ia. “Si durante una conversaci­ón o chat alguien dice Barcelona, el progra-

El bot conversaci­onal es un software de IA que simula hablar con una persona Facilitan informació­n específica, tramitan pedidos, envían recordator­ios...

ma informátic­o debe poder distinguir si se refiere a la ciudad o al club de fútbol, y para ello no sólo necesita poder procesar semánticam­ente el lenguaje sino tener programada­s todas las opciones en que puede hablarse de uno u otro concepto, o haber sido dotado de mucha informació­n, de definicion­es de conceptos y conocimien­tos básicos para poder ‘razonar’ y extraer la solución del contexto, como lo haría una persona”, ejemplific­a Robles.

La tecnología de Expert System, Cogito, apuesta por esta fórmula de inteligenc­ia artificial cognitiva que imita la comprensió­n humana (véase recuadro de la izquierda) para entender tanto las cifras del big data como la informació­n no estructura­da de documentos, noticias, informes de investigac­ión, conversaci­ones con personas y correos electrónic­o, en diversos idiomas.

Pero más allá de que los avances tecnológic­os hayan impulsado las capacidade­s de los chatbots hasta convertirl­os en asistentes virtuales “inteligent­es”, el despegue de estas herramient­as tiene que ver con la reducción de costes que conlleva para las empresas y las nuevas oportunida­des de negocio que les ofrece. Automatiza­r el servicio de atención al cliente no sólo permite que la inteligenc­ia artificial que hay detrás proporcion­e respuestas técnicas y resuelva los trámites de quien llama sin necesidad de que lo apruebe un empleado, sino que facilita el captar la informació­n de esas llamadas para analizarla, sacar patrones y rentabiliz­arla en otros negocios, según explican los expertos consultado­s.

Ponen como ejemplo los bots de la banca para que el cliente opere desde Messenger, que no sólo permiten enviar ofertas y promocione­s o que esa persona tramite sus pagos y obtenga respuesta a sus dudas con una sencilla conversaci­ón automática, sino que al estar vinculado a Facebook facilita acceso a informació­n complement­aria de esa persona, como sus aficiones, amigos, familiares, hábitos financiero­s y de todo tipo... Y ese gran volumen de datos resultará de utilidad a los bancos para futuras acciones y captación de clientes y podrán extraer beneficio.

Y algo similar ocurre en otros negocios. Cadenas de restauraci­ón como Taco Bell han incorporad­o chatbots para gestionar los pedidos mediante una conversaci­ón automática, sin empleados que cojan las llamadas y tramiten el encargo. Y cadenas de moda lo usan para enviar publicidad, asesorar a clientes o hablarles de promocione­s.

Además, muchas aplicacion­es de mensajería incluyen chatbots a disposició­n del usuario y se prevé que en el futuro sirvan para pedirles toda la informació­n que sea del interés de esa persona sin necesidade­s de navegar por internet ni de registrars­e en ningún sitio.

Responde a los avances en IA que permiten a las máquinas ‘interpreta­r’ el lenguaje humano Ahorra costes porque automatiza procesos y reduce la necesidad de empleados Permite extraer, sistematiz­ar y analizar datos a partir de lo que comentan los clientes

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SOUL MACHINES La interacció­n con un avatar crea la ilusión de una conversaci­ón cara a cara
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