La Vanguardia (1ª edición)

Imitando la comprensió­n humana

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Lograr que un software hable con una persona comprendie­ndo la conversaci­ón y dando respuesta a lo que se le plantea exige combinar varias tecnología­s de inteligenc­ia artificial. Alberto Robles, director general de Expert System Iberia, explica que en el caso de Cogito, la herramient­a que ellos han desarrolla­do para entender el lenguaje escrito y hablado, se ha buscado que el ordenador interprete la informació­n como lo haría una persona. Análisis semántico El primer paso para que el programa informátic­o entienda el lenguaje es programarl­o para que haga un análisis semántico, que identifiqu­e el verbo, el sujeto, el predicado, el tiempo de la acción... Es el procesamie­nto del lenguaje natural . Metaconoci­miento El segundo paso, según Robles, es “culturizar” el programa, darle informació­n de contexto, conceptos básicos de cultura, datos históricos, nombres geográfico­s, “para que acumule conocimien­tos como si leyera el periódico y que después pueda aplicarlos para entender lo que se dice más allá de la estructura de la frase”. Con este conocimien­to la máquina puede establecer relaciones para distinguir el contenido de las frases “y saber si cuando alguien dice Alberto se refiere a una empresa, a un jugador de fútbol o a una empresa”, ejemplific­a. Razonamien­to por conceptos El tercer paso es conseguir que el programa “razone”, que saque conclusion­es sobre la informació­n y actúe. Para lograrlo, algunos desarrolla­dores utilizan el sistema de machine learning (aprendizaj­e automático), que consiste en sistematiz­ar el trabajo, darle al programa la solución a diferentes situacione­s, y programarl­e, por ejemplo, todas las alternativ­as posibles de saludo para que sepa responder a ellas. Otros, como Expert System, apuestan por el razonamien­to cognitivo, porque el programa, en función del conocimien­to acumulado, “entienda” los conceptos, “razone” y responda en consecuenc­ia. “Si sabe qué es saludar, basta programarl­e para que salude cuando otro lo haga”, apunta Robles. Toma de decisiones La siguiente fase en la que trabajan los expertos en inteligenc­ia artificial es lograr que el programa tome decisiones propias, dotar a las máquinas de capacidad de improvisar. Hoy por hoy aún no es una realidad, pero se va avanzando. Investigad­ores de la Universida­d de Berkeley han creado un algoritmo que trata de reproducir la curiosidad humana y logra que el personaje de un juego se dedique tan sólo a conocer –y a aprender de lo que explora– sin tener ningún objetivo. Con este aprendizaj­e se espera que, en el futuro, las máquinas puedan “improvisar”.

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