La Vanguardia (1ª edición)

La mayor fortuna de Portugal

- AMÉRICO AMORIM (1934-2017) Empresario portugués PABLO CUBÍ

El principal productor mundial de corcho, la primera fortuna de Portugal y el accionista que supo vender su parte del Banco Popular a tiempo. Basten estos tres datos para situar la figura de Américo Amorim, uno de los empresario­s más importante­s de la península Ibérica y ejemplo de inteligenc­ia a la hora de diversific­ar el grupo que hoy lleva su nombre.

Amorim tenía una fortuna valorada en 4.400 millones de euros. Según la revista Forbes era la 385.ª del mundo, por delante de fortunas como la de Donald Trump o de Isak Andic, el dueño de Mango, que ocupa la octava posición en España.

Amorim no se definía como un millonario, sino como un trabajador. Nació en Santa Maria da Feira, no muy lejos de Oporto. Era el quinto de ocho hermanos. Su abuelo había creado una pequeña fábrica de corcho en 1870, a partir de un terreno de alcornoque­s de una hectárea.

Con 18 años el joven Américo se puso a trabajar en el negocio familiar, pero poco después tomó la decisión de dejarlo para ir a conocer mundo. Se pasó cuatro años por Sudamérica, Asia y Europa en un viaje que luego describió como “una universida­d fantástica”.

Al morir el abuelo, le correspond­ió un 2,5% de la fábrica, que él y sus hermanos transforma­ron en 1963 la empresa Corticeira Amorim. El alcornoque es un árbol que se puede pelar cada nueve años sin que se vea afectado. Amorim supo ir comprando terrenos para ampliar la explotació­n sin endeudarse. Demostró una gran capacidad de negocio que le permitiero­n tomar las riendas de la empresa.

Confiaba en el negocio del corcho pese a que otros no le auguraban futuro, por la aparición de los tapones de plástico. Reinvirtió y reestructu­ró parte del negocio hacia paneles de aislamient­o y acertó. No era un iluso. Al contrario, decía que “pensaba con el corazón del lado derecho”, dando a entender que no se dejaba llevar por las emociones.

También supo ser pionero en abrir mercados. En los años sesenta

Llegó a tener el 7% del Banco Popular, pero en el 2013 vendió las acciones, cuando aún daban beneficios

ya era el principal exportador de Portugal en Europa del este, y trataba incluso con China o países árabes con los que no tenían relaciones diplomátic­as.

Tras el golpe de Estado de 1974, muchos empresario­s huyeron. Él se quedó e invirtió. Se cuenta que al año siguiente, cuando volvió la democracia, la familia Mello, la más poderosa en los tiempos del dictador Salazar, vendió su hacienda. Amorim se la compró y presumió de ser ya el hombre más rico del país. “Sí, nosotros también lo fuimos”, le advirtiero­n los Mello.

Pero la realidad es que la manera de hacer negocios de Amorim era otra y nunca dejó de crecer. La clave fue la diversific­ación. Invirtió en turismo –la zona costera de Brasil–, telecomuni­caciones –Vodafone– y sobre todo energía, lo que le llevó a ser el mayor accionista de la petrolera portuguesa Galp.

En el sector financiero, estuvo ligado a varios bancos, entre ellos el Popular. Llegó a tener más del 7%. Sin embargo, tras la crisis, no vio la situación clara y el 2013 vendió casi todas sus acciones del banco español, y aun obtuvo beneficios.

Amorim, fallecido el jueves a los 82 años, había sufrido varios problemas de corazón. En marzo del año pasado tuvo que ser ingresado de urgencia y en octubre, con un estado ya delicado, dejó el grupo en manos de Paula Amorim, una de sus tres hijas.

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NACHO DOCE / REUTERS

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