La Vanguardia (1ª edición)

Muere a los 91 años el sacerdote Josep Maria Aragonès

- REDACCIÓN Barcelona

El viernes pasado murió el sacerdote Josep Maria Aragonès i Rebollar, a los 91 años. Nacido en Barcelona en 1926, fue durante medio siglo párroco de Torrelavit (Alt Penedès), pero también fue vicario episcopal, canónigo de la catedral de Barcelona, delegado de catequesis y persona de confianza del cardenal Jubany. Como secretario de la Fundación Bíblica Catalana participó en las traduccion­es bíblicas al catalán que se hicieron después del Concilio Vaticano II. Fue uno de los impulsores de la recuperaci­ón del diaconato permanente para hombres casados. Fue vicepresid­ente del Patronato de la Sagrada Família y Creu de Sant Jordi. En el 2009 el obispo de Sant Feliu de Llobregat Agustí Cortés lo definió en una carta dominical como un hombre con una “mirada que rezuma una mezcla de paz, de tristeza y de ironía, aquella propia de los sabios que han aprendido en la escuela de una larga vida”.

A lo largo de su vida fue protagonis­ta de dos hechos insólitos. El año 1939, acompañado de su padre, aseguraba haberse tropezado por la calle con el obispo Manuel Irurita, un hecho que desmentirí­a su supuesta ejecución durante la Guerra Civil. Y el año 1959 predicó en catalán en una misa en la parroquia de Sant Ildefons de Barcelona a la cual asistió Luis de Galinsoga, director impuesto por el régimen franquista a La Vanguardia. Galinsoga recriminó al párroco Narcís Saguer que no se hiciera la misa en castellano e insultó a los catalanes. Una campaña popular forzó la sustitució­n de Galinsoga, pero Aragonès fue alejado de Barcelona.

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