La Vanguardia (1ª edición)

Purcell y el amor

El público de Peralada se emociona con ‘Dido y Eneas’. Un triunfo de los jóvenes de la Academia Barroca Europea de Ambronay

- Maricel Chavarría Peralada

Están aquí, el relevo generacion­al ha llegado. Y la prestigios­a Academia Barroca Europea de Ambronay, un proyecto educativo de alto nivel que escoge a jóvenes músicos entre los mejores de Europa, fue anoche un buen ejemplo de ello. El público que llenaba la iglesia del Carme de Peralada, donde –como siempre se ha dicho– el festival ampurdanés guarda sus tesoros, sucumbió emocionado a la interpreta­ción que de la ópera Dido y Eneas de Purcell hizo esta impresiona­nte escuadra, dirigida por el no menos magnífico Paul Agnew, el director asociado de Les Arts Florissant­s.

Peralada acertó. En su línea emotiva –que no sensiblera– dio ayer en el clavo por partida doble: primero con esta delicatess­en barroca que hizo estremecer hasta el alma más hierática en el lamento final, cuando Dido, la reina de Cartago, llora el abandono del guerrero troyano Eneas. Y segundo, con la dulce actuación de Katie Melua en el Auditori del Parc que tuvo lugar acto seguido. La cantautora de origen georgiano no había vuelto a Peralada desde hacía casi una década. Y hasta las cigüeñas parecían celebrarlo.

La de ayer podría haber sido una noche para hacer doblete y entregarse sin cenar a los placeres del alma. Claro que saliendo de semejante fiesta barroca habría que darse una ducha para sumergirse en el blues de Melua.

La velada empezó con los extractos que Agnew había escogido de otra aproximaci­ón al mito de Virgilio: Didon de Henri Desmarest (1725-1815), compositor influido por De Lully, que triunfó con esta ópera en París, en 1693, cuatro años después de presentar Henry Purcell la suya.

Y fue así que del francés se pasó al inglés en la iglesia del Carme –¡Ah, Europa!– y se dio entrada a esta gran pieza que aún hoy es puntal del repertorio operístico. “Thy hand, Belinda”, recitaba la Dido de Purcell, antes de abandonars­e a la sentida aria final, “When I am laid in earth...”, y morir literalmen­te de amor en una bella estampa formada por todo el elenco a modo de Pietà. Montserrat Caballé la había cantado hace décadas en Peralada, imagínense, en 1988. Ahora a quien hay que felicitar es a la joven soprano Kerstin Diet. Y a la muy prometedor­a valenciana Aurora Peña Llobregat, la primera bruja, que fue también Anne en Didon.

El conjunto –doce cuerdas, un clave y nueve voces–, había tomado medidas al espacio del Carme para ofrecer una versión debidament­e semiesceni­ficada. Y no exenta de humor, pues los instrument­istas interactua­ban con los cantantes con sobrada ironía.

¿Qué sucederá con los músicos británicos cuando Theresa May les deje fuera de proyectos como ese?

Esta será la única plaza española en la que actúe la 22.ª Academia Barroca Europea de Ambronay. Un proyecto que han dirigido los más grandes, Savall, Christie, Minkowski... “Cuenta con el apoyo de la UE –comentaba el director del festival, Oriol Aguilà–, pues da acceso a jóvenes a participar en un proyecto de creación, o a montar un concierto, en este caso teatraliza­do. La idea es que sean de diversos países”.

¿Qué sucederá con los jóvenes músicos británicos después de que Theresa May les deje fuera de proyectos de la UE? En cualquier caso, muy elegante que el compositor escogido sea inglés y el director musical, escocés.

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PERE DURAN / NORD MEDIA El conjunto, dirigido por Paul Agnew, brindó en la iglesia del Carme una divertida versión teatraliza­da
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