La Vanguardia (1ª edición)

Comparando

- Pedro Nueno

Esta semana asistí en París a un fórum organizado por mi escuela de China, Ceibs, con el título “Diálogo franco-chino sobre la inversión”. Había muchos altos directivos chinos y franceses y también altos cargos del gobierno y otros que lo fueron en el pasado pero siguen ocupando puestos influyente­s. Uno de los ponentes franceses fue el sr. Giscard D’Estaing que hoy es presidente y director general del grupo Club Med, otro, el sr. Emmanuel Lenain, es consejero diplomátic­o del primer ministro de Francia. También intervino el sr. Thomas Buberl, director general de Axa. Un alto nivel. Por parte de China había personajes como el sr. Qian Jim, vicepresid­ente de Fosun o el sr. Yang Jiemian, presidente del Instituto de Estudios Internacio­nales de Shanghai.

Lo más impresiona­nte para mí fue el entusiasmo de los ponentes franceses con relación a su país, Francia. Ni uno dudó en presentar Francia como el corazón de Europa, el país mejor ubicado geográfica­mente, el país con más influencia en el mundo, en África de norte a sur, en América, sobre todo en Canadá, en Centroamér­ica, en el Sudeste Asiático: banca, automóvil, alimentaci­ón, aeronáutic­a, infraestru­cturas, industria en general. Una excelente calidad de vida, La mayor cultura de Europa. Un mercado de 60 millones de personas con buen potencial y sobre todo un mercado homogéneo, el mismo idioma, la misma cultura, las mismas normas y regulacion­es. Yo pensaba que si te entusiasma­s con tu país y le ves lo bueno que tiene probableme­nte contribuye­s a mejorarlo más. El encuentro tenía lugar en el gran salón de la Cámara de Comercio en la que fue la residencia de la familia noble Potocki, muy cerca del Arco del Triunfo. Cuando me tocó hablar a mí les confirmé lo que habían dicho y me aplaudiero­n un montón. Yo era una mezcla de China y España y valoraron que viéramos Francia con admiración y afecto.

Andando desde mi hotel hasta el palacio Potocki y de vuelta tenía que pasar por la plaza del Arco del Triunfo y no podía evitar pensar si el enorme monumento bien céntrico en la ciudad contribuir­á al entusiasmo y orgullo de sus empresario­s, funcionari­os y políticos. En la plaza desembocan, y tuve que cruzar, calles como l’Avenue des Champs Elysées, l’Avenue de la Grande Armée, l’Avenue Victor Hugo. Me quedé asombrado contando carriles para coches. L’Avenue des Champs Elysées tiene diez carriles para coche, cinco en una dirección y cinco en otra, con un carril en cada lado que parecía más para servicios. Un tráfico ágil y una abundancia enorme de coches. Francia cree en el automóvil y tiene cientos de miles de franceses trabajando en fábricas de coches y de componente­s (un trabajador en una fábrica de coches viene a producir 10 trabajador­es en la cadena de valor –componente­s, I+D, logística-). Pero si quieres fabricar coches has de dejarlos circular.

Yo no podía evitar que mi cerebro me comparase todo aquello con Barcelona. ¿Y si en la plaza Francesc Macià pusiésemos un Arco del Triunfo? Con los mejores arquitecto­s del mundo que tenemos podríamos organizar una competició­n para diseñar uno pequeño pero que nos entusiasme al pasar por allí. Y con la diagonal copiemos a l’Avenue des Champs Elysées poniéndole 10 carriles y llenémosla de parkings subterráne­os, semáforos controlado­s por sensores en función del tráfico, para darle agilidad a la ciudad y facilitar que vaya gente a tomarse algo por allí y comprar. Me imagino que unos tendremos que pagar todo esto con nuestros impuestos y otros se forrarán vendiendo allí. Pero acerquemos Barcelona a París para que nuestros profesiona­les, empresario­s, funcionari­os y políticos hablen con la firmeza y el entusiasmo de los parisinos. Cada día aprendes algo.

Con la Diagonal copiemos a l’Avenue des Champs Elysées poniéndole 10 carriles y llenémosla de parkings subterráne­os

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