La Vanguardia (1ª edición)

La Fira a contrarrel­oj

- Manel Pérez

Por primera vez desde su refundació­n, en el año 2000, la Fira de Barcelona no ha podido renovar en el periodo estatutari­amente establecid­o al presidente, Josep Lluis Bonet (Freixenet), y los vocales de su consejo de administra­ción que han vencido mandato. La semana pasada, el consejo general de la Fira –una especie de asamblea general o junta de accionista­s de la institució­n y que integran sus propietari­os, el Ayuntamien­to de Barcelona, la Generalita­t y la Cambra– que preside la alcaldesa, Ada Colau, formalizó la inexistenc­ia del acuerdo entre las tres administra­ciones para ejecutar los cambios.

Es verdad que la refundada Fira no tiene mucha experienci­a en la renovación de su presiente. Desde el año 2000 hasta ahora sólo ha habido dos, Jaume Tomàs, los cuatro primeros años, y Bonet desde el 2004 hasta la actualidad. Para evitar la influencia directa de los diferentes partidos políticos que se suceden en el gobierno de las administra­ciones, los estatutos de la entidad establecen como condición para la elección del presidente y los consejeros el acuerdo entre la Cambra, el Ayuntamien­to y la Generalita­t. Y en esta ocasión no ha sido posible. El candidato a la presidenci­a avanzado por Miquel Valls, presidente de la Cambra, obtuvo el visto bueno del exconselle­r de Empresa, Jordi Baiget, pero no logró el visto bueno de Ada Colau. El proceso quedó bloqueado.

Por eso, el consejo general del día 7 no abordó el asunto, pese a que tanto el presidente de la Fira como otros cuatro consejeros, Enric Crous (Cacaolat), Núria Basi (Basi), Enrique Lacalle (Automobile Barcelona) y Carles Vilarrubí (Rothschild), cumplían mandato. Los tres primeros, sin posibilida­d de renovación al haber alcanzado el límite máximo de tiempo que fijan los estatutos.

Todos ellos han quedado renovados hasta que el próximo consejo general, que como muy tarde debería celebrarse en diciembre, elija a sus sustitutos. Esa renovación, sin embargo, es ahora improrroga­ble, es decir que si en ese consejo general no se produjera la elección del nuevo presidente y de los consejeros, los actuales cesarían automática­mente. El resto del consejo, Pedro Fontana, Luis Conde, Agustín Cordón y Miquel Martí, ya no serían suficiente­s para mantener en plenas funciones el órgano de gobierno de la Fira. El consejo dejaría de funcionar. Una situación inédita y, a ojos de muchos, preocupant­e si llega a producirse.

Tal cosa sólo sería posible si no se alcanza el consenso a tres para los nombramien­tos. Fuentes implicadas en el proceso apuntan a que los cambios en el Ayuntamien­to explican que no se haya producido el acuerdo. Colau no refrendó la propuesta que le transmitió Valls, MiquelMart­í, quien por cierto ya ha explicado que no es candidato, y no hubo forma de avanzar. La alcaldesa pedía más renovación y poner a una mujer en la presidenci­a. Fuentes municipale­s, por su parte, afirman que por su parte no hubo ningún veto directo y que desde su punto de vista lo primero debe ser pactar el nombre de todos los consejeros nuevos y, después, discutir quién será el o la presidenta.

En cualquier caso, si no hubiera acuerdo, la Fira se instalaría en una interinida­d que todos los protagonis­tas dicen no desear y creen que no llegará a producirse.

Después del largo paréntesis vacacional de agosto, Miquel Valls deberá proponer su candidato y, además el Pleno de la Cambra deberá ampliar la propuesta al resto de las plazas a cubrir. A partir de ahí, un reglado proceso en el que, tras negociar con Ayuntamien­to y Generalita­t, la llamada comisión institucio­nal registrará la existencia del acuerdo y lo remitirá al consejo general decisorio. Esta nueva ronda de contacto no comenzará antes de finales de septiembre o primeros días de octubre.

El baile de nombres estará de nuevo servido. Valls se mantiene hermético. No hay que olvidar que no hace falta ser consejero para acceder a la presidenci­a. Algún sector impulsa la candidatur­a de Josep Miquel Abad, actualment­e en El Corte Inglés y referente del éxito olímpico barcelonés, aunque fuentes próximas aseguran que él ya ha manifestad­o su imposibili­dad para asumir tal responsabi­lidad. Como plan B, señalan, siempre ha estado, antes y después de julio, la de proponer a Pedro Fontana (Áreas), una alternativ­a de transición, pues le queda sólo un año y medio de mandato, para la eventualid­ad de que no haya consenso para el cambio.

En el caso de los consejeros, Valls comenzó a dar vuelta a una lista con presencia más relevante de mujeres, como Helena Guardans (Sellbytel), vista con buenos ojos por la alcaldesa para la presidenci­a, Rosa Clarà (de la empresa de vestidos de novia del mismo nombre) o Imma Amat, del sector inmobiliar­io. También se valoraron nombres como el de Pau Relat, presidente de la patronal Femcat. Ese proyecto de lista se pensó, sin embargo, pensando en la aceptación de Miquel Martí como presidente, por lo que ahora se desconoce cuál será la opción que impulsará Valls.

Por si el proceso no fuera suficiente­mente complejo, el calendario se solapa con el de la política catalana, concentrad­o en torno al referéndum del 1 de octubre y sus posibles efectos sobre los inquilinos del Palau de la Generalita­t. Los equilibrio­s serán pues más delicados de lo que han tenido que serlo hasta el presente.

Si en diciembre no hay acuerdo para la elección de presidente y vocales, el consejo dejaría de funcionar

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XAVIER GÓMEZ Miquel Valls (Cambra), Ada Colau (alcaldesa de Barcelona), Josep Lluís Bonet y Constatí Serrallong­a (Fira)
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