La Vanguardia (1ª edición)

Sin margen no habrá disrupción

- MAR GALTÉS Barcelona

Se habla mucho de si la (mal) llamada economía colaborati­va va de disrupción tecnológic­a o de saltarse obligacion­es laborales y fiscales. Pero a Oscar Pierre Miquel (Barcelona, 1992) no le gusta nada que metan a Glovo en el mismo saco (y Glovo ha se ha salido de rositas de la reciente polémica alrededor de las condicione­s laborales de los repartidor­es de Deliveroo). Pierre es el cofundador de Glovo, startup nacida a finales del 2014 y que ha llenado Barcelona, cinco ciudades españolas, y París, Roma y Milán, de repartidor­es que llevan en sus mochilas amarillas comida, pequeñas compras o recados a domicilio.

Pierre es un ingeniero aeronáutic­o que siempre soñó con trabajar en Airbus: “conseguí unas prácticas, estuve 6 meses en Toulouse y enseguida me desencanté”. El último año de carrera había estado en Atlanta, “me fascinó el boom de Uber o Airbnb, y pensé en una plataforma para mover objetos en la ciudad”. De vuelta a Barcelona, contactó por Linkedin con expertos y mentores para contrastar su idea, “empezaron a confiar en mí y fue efecto bola de nieve”. Òscar Pierre Miquel viene de familias empresaria­s, pero lleva la discreción al máximo, y dice que “he preferido hacer mi camino”. Habla de negocio y de cultura de empresa, y parece tener claro por donde pisa. Por ejemplo, “el día de la final de la Champions tuvimos que cerrar la aplicación en Madrid: llovía y no había suficiente­s repartidor­es para atender la demanda. Mejor cerrar que dar mal servicio”.

Y ante las dudas que genera el sector, explica que “cumplimos la misma legislació­n que los operadores logísticos que tienen repartidor­es

“Los repartidor­es son freelance. Cubrimos la demanda con tecnología, sin imponer horas de trabajo”

en plantilla y cubren con autónomos los picos de trabajo. Nuestra diferencia es que el 100% de repartidor­es son freelance. Es una ventaja y una limitación”. Dice que los glovers –ya son unos 2.000– “son colaborado­res que escogen cuando, cuanto y donde trabajan cada semana”. La clave está en la tecnología: “hemos conseguido un sistema para cubrir la demanda sin imponer horas de trabajo a los mensajeros”.

“Tiene el carácter emprendedo­r en el ADN”, explica uno de sus primeros inversores. “Pero no es un emprendedo­r alfa –visceral, mesiánico–, sino beta: con energía, y además es empático, escucha, aprende rápido y trabaja”.

Poco después de crear Glovo, se juntó con el emprendedo­r Sacha Michaud, después se fusionaron con un proyecto de Antai. “Desde el primer día he querido que Glovo tenga un impacto gigante. Pero siempre reconocien­do mis limitacion­es: empecé esto con 22 años, y me faltaba mucho en todo. Hemos pasado muchas decisiones, y yo solo no me hubiera visto capaz, o hubiera cometido el triple de errores”.

El modelo ha cambiado: “Empezamos pensando que el servicio lo pagaría el usuario”, pero el mercado era muy limitado. Y ha evoluciona­do hacia un marketplac­e, en alianza con comercios locales: “les aportamos negocio extra, y ellos nos dan una comisión y así rebajamos el coste del transporte al usuario”, y el mercado es mucho mayor. La guinda a esta estrategia la acaba de poner el acuerdo con McDonalds. “Valida que estamos haciendo un trabajo espectacul­ar” dice Pierre (competía con JustEat, Deliveroo o UberX).

Asegura que ya han mejorado sus márgenes y se acercan al tan deseado ebitda positivo. Pero a Pierre tampoco le gusta nada hablar de cifras. Sólo asegura que en 2017 habrán intermedia­do pedidos por más de 50 millones de euros, frente a 3 millones en el 2016. “Empezamos a abrir el negocio internacio­nal, pero nos centramos en demostrar que el modelo es sano, con márgenes que cubren todos los costes. Este diciembre ya podemos lograrlo en España”. La última ampliación, meses atrás, valoró la compañía en 15 millones. Tiene de accionista­s a Seaya, Antai, Bonsai, y al israelí Entree. Sin tener idealizado el negocio –“he vivido momentos de crisis, me gusta tenerlo todo controlado y se me hacía todo muy grande”–, Pierre reconoce que “estoy en una nube de felicidad. Me encanta lo que hago, le puedo dedicar toda mi energía. Y si te rodeas de gente más senior que cubra tus carencias, el resultado es brutal”.

 ?? XAVIER CERVERA ?? Oscar Pierre posa con una bici, pero cada domingo coge el coche y dedica unas horas a ser glover y repartir pedidos
XAVIER CERVERA Oscar Pierre posa con una bici, pero cada domingo coge el coche y dedica unas horas a ser glover y repartir pedidos

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