Un viaje de cuatro siglos
La familia Sagalés, con una historia de 13 generaciones, ha protagonizado la evolución permanente del transporte de viajeros
Ha sido un viaje de cuatro siglos y 13 generaciones dedicadas a mejorar la comunicación de mercancías y pasajeros en Catalunya y, en los últimos años, también en Baleares. La familia Sagalés, de Caldes de Montbui, capitaneada por Francesc Sagalés (1944) afronta el relevo generacional cuando se cumplen los 375 años de vida de una empresa familiar y longeva que ha superado escollos de la historia. Sus hijos, Ramon (1976) y Anna (1980) asumen el cargo de consejero delegado y la dirección general estratégica de la compañía, respectivamente.
La nueva generación se ha comprometido con la movilidad sostenible. La familia presentó ayer dos autobuses híbridos que, por primera vez, cubrirán la ruta interurbana Caldes de Montbui-Barcelona y que tienen un ahorro energético de hasta el 25%, respecto a los autobu- ses de gasolina. La inversión en la renovación de la flota de Sagalés, que cuenta con 850 trabajadores y 550 vehículos propios, superará los 15 millones de euros este 2017. En una fiesta de homenaje a la larga vida de la compañía, Ramon Sagalés destacó ayer la compra de cinco nuevos autobuses para líneas regulares “con gran eficiencia energética y calificación ambiental”. Además, son vehículos adaptados para personas con movilidad reducida, incorporan wifi gratuito y cargadores de smartphone.
Los fundadores de la saga, Josep Sagalés y Elisabet Ombert, se casaron en 1641 e iniciaron sus actividades económicas como paraires (compraban y preparaban la lana) y agricultores. El largo viaje comenzó en 1711, con el transporte de hielo de los pozos de Moià hasta Barcelona y siguió con la carga de productos y las gestiones a distancia por encargo. Hubo un momento en el que las personas que hacían la petición acabaron necesitando su propio desplazamiento. Esta demanda hizo que la familia Sagalés se espabilase para impulsar los primeros servicios de transporte de viajeros en 1760. “No sólo se adaptaron diligencias y carros, sino que mis antepasados también iniciaron actividades como hosteleros, acogiendo a los viajeros que trasladaban de un sitio a otro”, detalla Francesc Sagalés. Su abuelo empezó a conducir una diligencia “con tan sólo 12 años porque era la manera de que los bandidos no los atracasen cuando cruzaban por el paso de Parpés, siguiendo la línea Caldes-Granollers-Mataró. Al ver que era un niño, no le hacían nada”, recuerda con ojos pillos
A partir de 1909, Sagalés incorporó los vehículos de motor hasta que la Guerra Civil supuso la colectivización de la flota. “En 1939, cuando ya había acabado el conflicto, desaparecieron 48 vehículos. Los tiraban por las cunetas para que nadie los pudiese utilizar para huir a Francia. Mi padre recorrió decenas de pueblos y playas de toda España y fue reuniendo piezas y, con mucho esfuerzo y empuje, reconstruyó algunos vehículos. Después, fue a buscar a conductores que estaban en campos de concentración franquistas y pagó para sacarlos de allí”, explica, emocionado, el abuelo Sagalés. “Era un emprendedor. Volvió a empezar el negocio desde cero y ese espíritu es el que nos ha empujado hasta donde estamos hoy”, afirma con orgullo.
El conseller de Territori, Josep Rull, y el alcalde de Caldes, Jordi Solé, acompañaron ayer a los Sagalés en un acto institucional. Solé destacó que “los vecinos de Caldes nos sentimos orgullosos de tener esta empresa en el municipio. Aquí no cogemos el autobús, sino el Sagalés”. Algunos de los vehículos históricos, como un elegante Ford TT azul, se pueden ver en la exposición permanente ubicada en la avenida Pi i Margall de Caldes, en un antiguo edificio industrial de Sagalés. “Tenemos una veintena de vehículos de entre 1900 y 1925 que repasan la historia del transporte colectivo. Hay marcas como Ford, Peugeot, Hispano Suiza, Chevrolet... y hemos tenido que hacer mucho trabajo de restauración para que estén en buenas condiciones”, detallan. Una muestra de fotos antiguas, validadoras, billetes y herramientas ayuda a entender la evolución del transporte y dar pistas sobre los pasos futuros.
Los pioneros iniciaron su trayectoria en 1711 llevando hielo de los pozos de Moià hasta Barcelona