Ciclón Jamie Cullum
El artista británico congrega a más de 2.500 espectadores en el Festival de la Porta Ferrada
Baño de masas del cantante y pianista Jamie Cullum en la 55.ª edición del Festival Internacional de la Porta Ferrada. El Espai Port –en el que la habitual platea de sillas había sido sustituida por una pista que permitía albergar a un mayor número de gente– reunió ayer viernes por la noche a más de 2.500 espectadores, según datos facilitados por la organización.
Pasadas las diez y media de la noche, la ilusionada audiencia –bastante variada en cuanto a edad–- saludó ruidosamente la aparición en el escenario del artista británico y los cuatro músicos que le acompañaban. La gala empezó con Work of art, vitalista tema que Cullum empezó tocando el tambor, para pasar al cabo de unos momentos a las teclas. Arranque contagioso en la línea del siguiente número de la noche, When I get famous, donde el protagonista se subió al piano de cola para gran alegría de los presentes. A la tercera de cambio, viró por blues reviviendo el clásico de Ray Charles Don’t you know. Más tarde, haria lo propio con el Don’t stop the music de Rihanna.
Primeros compases de la comparecencia de un artista que ni siquiera necesita tener una novedad discográfica para congregar a tantos seguidores en el que fue su único concierto en Catalunya de este verano. Y es que si bien es cierto que la pasada navidad lanzó una canción nueva, Show me the magic, también lo es que el último álbum del cantante, compositor y pianista, Interlude, fue publicado en 2014.
No es la única peculiaridad de la que hace gala Jamie Cullum, que triunfa por todo lo alto con una propuesta musical que bascula entre el jazz y el pop. Con todo, el principal atractivo del músico es su actitud escénica. Hablamos de un consumado showman, todo un ciclón, aspecto que sin duda contribuye a engrandecer su ya no tan pequeña leyenda.
El británico y su gente habían llegado a la Costa Brava el jueves por la noche. Durante la mañana de ayer, Jamie Cullum se dedicó a ensayar. No lo hizo en el piano del bar del hotel donde se alojaba, como se le ofreció, sino en su habitación y con la guitarra, otro de los instrumentos que domina. Por la tarde, cuando llegó al escenario para la preceptiva prueba de sonido, descargó trastos de la furgoneta como uno más del equipo y alejado de toda estrellitis.