Un dandi en Peralada
Bryan Ferry puso la banda sonora a la tradicional Trobada d’Estiu de la Comunicació del festival ampurdanés
Bryan Ferry suele decir que no le gusta hablar de política. Prefiere las historias de amor, suyas o de otros (le encantan las versiones) porque son más universales. Definitivamente atemporales. Y sin embargo, en su actuación de ayer en el Castell de Peralada la política y la actualidad no pudieron estar más presentes puesto que la voz del dandi puso la banda sonora de la jornada que el festival convoca bajo el título de Trobada d’estiu de la comunicació (no porque realmente sea el día mundial del sector, que la fecha para eso es el 17 de mayo, sino porque es el que patrocinan Efe y Abertis). Y claro, estuvo toda la plana mayor de los diversos medios de comunicación, la política y la empresa.
Así fue como el byroniano y elegante cantante británico que en su día lideró Roxy Music propició en el auditorio del Parc del castillo una extraña convocatoria con un president (y periodista y roquero) Carles Puigdemont nada sorprendido por el nuevo dictamen de Méndez de Vigo, con su esposa, la políglota Marcela Topor, pero también con el delegado del Gobierno en Catalunya, Enric Millo, y con Miquel Roca, Xavier García Albiol y Jordi Gual.
Además, claro, de la familia Suqué, propietaria del festival y de este castillo con lago (y hasta cisnes) y Salvador Alemany, el presidente de Abertis, que pudo tomarse un respiro en estos días en que la ACS de Florentino Pérez ha salido con una contraopa sobre su sociedad. Y Cedric Muller, de Rolex, y Tito Ramoneda, de The Project...
La noche, que arrancó con un título que parecía incluir mensaje implícito, The main thing (Lo esencial, uno de los éxitos de comienzos de los 60 que firmó junto a Brian Eno), gustó a todos. Era de esperar. Difícilmente puede decepcionar alguien de la categoría y repertorio del dandi eterno. Siempre tan correcto, tan previsible, tan puntual. Con su traje impecable, su flequillo ya cano, sus manías (tuvieron que ir a buscarle agua de Evian a El Pertús), y su generosa banda de gente guapa como él. Sin demasiados preámbulos y tan poco locuaz como de costumbre, tras un par más de temas sesenteros con que Roxy Music se hizo su lugar entre los clásicos (Out of the blue y Ladytron), el Simple twist of fate (una versión de Bob Dylan que Ferry acompañó con la armónica) le permitió ponerse definitivamente a todo el público en el bolsillo.
Los clásicos siguieron cayendo, uno detrás de otro, en esta noche de recuerdos para el público que no se despegó del móvil (¿hasta cuándo esta manía de ver los conciertos a través de la pantalla durante un directo?) y también para Bryan Ferry, que en junio celebraba los 45 años de la publicación del primer disco de la banda que lo hizo mítico aunque lleva mucho más tiempo volando en solitario. Mucho tiempo que no ha estropeado para nada la elegancia innata ni la voz del rey de la sofisticación. A sus 71 años entusiasmó con Slave to love, pero también con Avalon, que es la canción que a este seductor que inspiró su errática separa- ción de Jerry Hall. La modelo, que le dejó por Mick Jagger (junto a Eric Clapton, que vio como Carla Bruni también le abandonaba por el cantante de los Stones, Ferry forma parte del club de detractores de Jagger), no consiguió jamás recuperar el libro que tenía a medio leer y dejó en casa. Era The
mists of Avalon. Y ese título se convirtió en una purga para Ferry, en el título del último álbum de Roxy Music y en el de esta brillante canción. Sin dejarse If there’s something, el tema del 72 en que el saxofonista lo dio, como siempre, todo, ni referencias del doo-wop , fue desgranando lo mejor de su repertorio. Comenzó a anunciar el final con Let’s stick together de Wilbert Harrison y acabó con Jealous Guy. Y un único bis, a pesar de que no suele hacerlo. Así cumplió con todo y con todos. Y con los horarios: Ayer estaban previstos 105 minutos: y los respetó hasta el final. Ni uno más ni uno menos.
No le gusta cantar temas políticos, pero lideró una cita que lo era mucho; con Puigdemont y Millo