Los parques son para el verano
Buscar una zona verde para pasear en este suave verano moscovita es hoy una experiencia agradable, enriquecedora y muy recomendable. Hace siete años, cuando el sosegado alcalde Serguéi Sobianin no estaba aún al mando, suponía una engorrosa aventura al encontrar zonas degradadas y echadas a perder, abandonadas a la suerte del tiempo, del asfalto y de los coches. En los últimos años la capital rusa se ha remozado en muchos sentidos, pero sobre todo se ha intentado ganar espacio para el ciudadano no sólo con la renovación de parques y zonas verdes, sino adaptando el espacio a las exigencias de la nueva clase media urbana. El ejemplo más emblemático es el parque Gorki. En el 2011 una profunda renovación le liberó de sus atracciones y de su aspecto soviético, y hoy es el más popular de los más de 120 grandes parques públicos de la capital rusa. La idea es que el parque no sólo sirva para pasear. Los fines de semana estivales está abarrotado, como el anterior, cuando cientos de personas se agolpaban junto al Museo de Arte Contemporáneo Garage para participar en un happening sobre Japón y su cultura; otros cientos eligieron sesiones gratuitas de gimnasia o yoga; había conciertos o películas en el cine de verano cubierto; cientos más navegaban en barcas y catamaranes en sus dos lagos; quienes descansaban en tumbonas sobre el césped, o quienes disfrutaban de la buena mesa de un restaurante; o de wi-fi y un helado al sol; y cientos pedaleaban o patinaban por el carril bici junto al malecón.