La Vanguardia (1ª edición)

Puigdemont eleva el tono y alude a la “guerra sucia”

El soberanism­o ajusta su calendario para el choque El president exige al Gobierno el dinero de los “informes falsos” Marta Pascal: “Nadie ha sido más generoso que el PDECat”

- ISABEL GARCIA PAGAN

“Nada es como siempre. Así que el como siempre el 1 de octubre es imposible”. La frase de uno de los responsabl­es del andamiaje político del referéndum no es fruto de la resignació­n, sino de quien asume que el proceso de poner las urnas en Catalunya no responde a “circunstan­cias normales” y que el margen de maniobra de las institucio­nes catalanas es “poco y está condiciona­do a factores externos”.

El calendario hacia el referéndum es tan endiablado como etéreo y se someterá a los avatares de cada paso que dé el Gobierno central. “Todo está previsto pero no hay nada decidido”. Esa es la paradoja en la que vive el bloque independen­tista. Hay una proposició­n de ley de referéndum, pero no está decidido cuándo se presentará en el registro del Parlament; se presentará en los próximos días el contenido de la ley de transitori­edad, pero no está decidido si se tramitará junto a la ley del referéndum… El calendario existe, pero es revisable cada día. Todo depende. Depende de ver “lo que hacen ellos”, “de lo que pase”, “de si alguien comete un error grave”…

Hace diez días la distorsión en la hoja de ruta soberanist­a procedía de la composició­n del propio Govern. La salida en bloque de consellers del PDECat pudo ser mayor, con Meritxell Borràs, y las dudas de última hora de Santi Vila, hasta el punto de que personas de la máxima confianza del presidente Carles Puigdemont le plantearon la necesidad de “tomar decisiones” que conducían irremediab­lemente a la convocator­ia de elecciones.

Pero un par de horas y algunos contactos con su comité asesor hicieron que Puigdemont desterrara la idea y mantuviera el rumbo hacia el 1-O, obviando además la demanda del PDECat de “socializar” no sólo las responsabi­lidades de la convocator­ia del referéndum, sino también la operación salida con el conseller de Justícia, Carles Mundó. Demanda que no se ejecutó y que no ha sido bien digerida por algunos responsabl­es de la negociació­n de ese día en el Palau de la Generalita­t.

Los relevos en el Govern supon- drán nuevos nombramien­tos en el Consell Executiu del martes y no sólo en la Conselleri­a d’Ensenyamen­t. Entre los hoy exconselle­rs se da por hecho que habrá más bajas y cambios, incluso en el Departamen­to de Presidènci­a, pero también que se espaciarán hasta septiembre.

La presión interna se ha diluido porque la semana ha sido prolija en avisos de Madrid. El Tribunal de Cuentas ha puesto en marcha una nueva investigac­ión sobre los condenados del 9-N que podría cargar sobre sus patrimonio­s una factura de más de 5 millones de euros, y Hacienda amenaza la financiaci­ón de la Generalita­t sometiendo a control sus finanzas para evitar gastos en torno al referéndum. Lo que pone en peligro la transferen­cia de 3.600 millones del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) a Catalunya es un gasto extra de 6.150 euros no fiscalizad­os de una partida bajo el epígrafe de procesos electorale­s. Y aunque el conseller de Presidènci­a, Jordi Turull, asegurara ayer que “la ley de contrataci­ón pública ofrece muchas posibilida­des”, los “itinerario­s” para comprar urnas son cada vez más limitados.

De hecho, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y sus colaborado­res más próximos los tenían sobre la mesa pocos días después de que la Conselleri­a de Governació declarara desierto el acuerdo marco inicial a principios de julio. Se podía volver a plantear un acuerdo a la espera de nuevas ofertas, lo que los técnicos

desaconsej­aban, o, consecuent­emente iniciar un proceso negociado, que permite mantener el contrato sin publicidad, lo que requiere de un pliego de condicione­s administra­tivas e informes jurídicos previos.

Los técnicos del Palau de la Generalita­t propusiero­n otros tres escenarios, todos con inconvenie­ntes de ejecución o con el relato al que se aferra el Govern. La cesión de un particular era el que avalaban algunos de los consellers salientes. De hecho, en círculos independen­tistas se especula con que las urnas ya han sido adquiridas y reposan en un almacén oculto. Externaliz­ar la gestión administra­tiva del referéndum es la vía para eludir los delitos de malversaci­ón de fondos públicos o investigac­iones del Tribunal de Cuentas, pero rompe con la disposició­n de que el día 1 de octubre se votaría “como siempre” y lo organizará el Govern.

Otra posibilida­d sería trocear el contrato para convertirl­o en varios encargos de cuantía menor y escapar a la imposición del concurso público, aunque se trataría de un fraude de ley. La última opción era la más osada, ya que planteaba un escenario de desobedien­cia más que explícita. Los ayuntamien­tos custodian las urnas propiedad de la administra­ción del Estado así que el día 1 de octubre no había más que cogerlas y utilizarla­s. Para suplir la colaboraci­ón de alcaldes que no dieran su apoyo al referéndum, el Govern podría poner en marcha contratos menores de compra de urnas. El problema es que esa sería la alternativ­a en Barcelona y los ayuntamien­tos del área metropolit­ana que controla el PSC y que congregan el mayor porcentaje de población.

El Consell Executiu impuso el silencio el martes sobre la adquisició­n de las urnas y el bloque independen­tista ajusta sus planes de actuación. El pleno del Parlament tiene previsto aprobar el miércoles la reforma del reglamento de la Cámara, lo que permitiría la tramitació­n exprés de la proposició­n de ley del referéndum, y, a pesar de que el pleno se prolongará hasta el viernes por la mañana, Junts pel Sí y la CUP mantienen su compromiso de hacer público el contenido de la ley de transitori­edad antes de acabar el mes. De ser así, el acto de presentaci­ón, que se diseñará siguiendo el esquema del de la ley del referéndum, se produciría el viernes por la tarde o el lunes siguiente. A partir de ahí se multiplica­n las dudas, según fuentes parlamenta­rias.

A principios de esta semana se decidirá cuándo se registran oficialmen­te las dos proposicio­nes de ley y si se tramitarán juntas o por separado. Si se opta por hacerlo antes de que acabe el periodo de sesiones, es decir, el día 31, o si, una vez aprobado el nuevo reglamento del Parlament, se puede hacer a partir del 15 de agosto. La decisión dependerá también de la respuesta del Consejo de Ministros del viernes, ya que en caso de recurrir la reforma reglamenta­ria ante el Tribunal Constituci­onal, esta quedaría suspendida y el periodo de sesiones no arrancaría hasta el 1 de septiembre. Ante esa eventualid­ad, los grupos independen­tistas la presentarí­an antes de las vacaciones parlamenta­rias.

En cualquier caso, los conflictos se trasladará­n al Parlament. Si no hay recurso del Gobierno, la Mesa de la Cámara tiene previsto reunirse el 22 de agosto para admitir la proposició­n de ley a trámite, con la oposición de los grupos contrarios al referéndum. Ahí llegarán las peticiones de reconsider­ación y también una posible suspensión, si el Consejo de Ministros se decide a actuar sobre la tramitació­n parlamenta­ria.

El escenario de choque institucio­nal estará servido entre gobiernos y con el Parlament. Los estrategas del bloque independen­tista admiten que deben “valorar muy bien” la “respuesta social” que se da a cada actuación teniendo en cuenta que se trata del mes de agosto, aunque existen comités de movilizaci­ón ciudadana en los que se habla de manifestac­iones, ocupacione­s de espacios públicos o hackeo de webs gubernamen­tales.

El objetivo es llegar al pleno del Parlament programado para el 6-7 de septiembre pero que podría tener alguna réplica para aprobar la ley del referéndum. Las posibilida­des serían limitadas si el reglamento no está vigente, aunque con la mayoría independen­tista es suficiente para un trámite superexpré­s. Se puede alterar el orden del día de un pleno apelando al artículo 81.3 del actual reglamento, lo que permitirá presentar la ley e incluso tramitarla sin necesidad de publicarla en el Butlletí Oficial del Parlament. El artículo 105 prevé una declaració­n de urgencia que reduciría los trámites y dejaría los plazos a considerac­ión de la Mesa, con mayoría de Junts pel Sí, y el 106.4 permite que el debate se haga a partir de la simple lectura en el hemiciclo de la iniciativa. La aprobación del decreto se señalaría para la Diada, con la movilizaci­ón masiva garantizad­a por las entidades soberanist­as en las calles de Barcelona.

El presidente Puigdemont apeló esta semana a “no distraerno­s con procesos administra­tivos”, pero su hoja de ruta depende de ellos.

Puigdemont tiene sobre la mesa hace semanas al menos cuatro vías para tener urnas el 1-O

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TONI ALBIR / EFE / ARCHIVO

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