La Vanguardia (1ª edición)

El punto medio, ni hiyabs ni escotes

- JORDI JOAN BAÑOS

No todo vale en Turquía, pero casi ninguna sociedad musulmana está tan occidental­izada en el vestir. Es más, las restriccio­nes indumentar­ias, durante 75 años, las padecieron los que hubieran querido vestir con un estilo otomano, con fez y velo. Uno de los motivos del ascenso de Erdogan fue su cruzada a favor de que las estudiante­s habituadas a cubrirse el pelo con un pañuelo –generalmen­te de origen humilde o rural– pudieran acceder a la universida­d sin tener que renunciar a él. Hasta hace siete años, les cerraban las puertas.

Por lo que respecta a los hombres, en Turquía la práctica totalidad –excepto los clérigos– viste ya al modo europeo, aunque los pantalones cortos sean algo menos corrientes. En cuanto a las mujeres, aunque la moda europea está muy extendida –tanto o más que la especie de gabardina holgada de una pieza típicament­e turca–, eso no significa que la ropa ajustada o los escotes estén bien vistos. La sociedad turca es conservado­ra, lo que lleva a cadenas globales como Zara a restringir su colección, donde apenas hay shorts, tops ni nada con escote o que revele mucha espalda.

La etiqueta depende no sólo de la parte del país –cuanto más al este, más conservado­r– sino también del barrio. En las zonas más acomodadas de Estambul, Ankara o Esmirna, es más susceptibl­e de despertar miradas de desaprobac­ión una chica con pañuelo que otra occidental.

A las mezquitas las mujeres han de entrar cubiertas, pero pueden tostarse con bikini en la playa, lo que ya es más de lo que puede decir la mayoría de los países musulmanes. O India, donde para la mayor parte de los nativos lo que es de rigor es meter los pies en el mar vestidos de los pies a la cabeza.

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