La Vanguardia (1ª edición)

La pauta es hombros y rodillas tapadas

- ISIDRE AMBRÓS

El calor y la humedad no son eximentes en los países del Sudeste Asiático. Las pautas a la hora de vestir son claras, dejan poco margen para saltársela­s y no distan mucho de la católica Filipinas a la budista Tailandia, pasando por la Indonesia musulmana. Las asiáticas exponen muy poca piel al sol y no les gusta que las extranjera­s no hagan lo mismo. Lo usual es que vistan camisas o camisetas, siempre con los hombros cubiertos, y pantalones o faldas largas hasta los pies. En algunas partes de Indonesia, donde rige la charia, incluso se prohíbe llevar pantalones ajustados.

En los hombres hay más permisivid­ad. Muchos van con bermudas o pantalón corto por la rodilla, aunque para los turistas la cosa se puede complicar al visitar templos, donde exigen no mostrar las piernas (en Birmania).

La situación en las zonas turísticas y las playas no es muy distinta. Las autoridade­s no permiten muchas alegrías. En las entradas a templos y recintos cerrados hay avisos sobre los códigos de vestimenta, que se resumen en hombros y rodillas tapadas.

En las playas hay algo más de flexibilid­ad, pero no mucha. Las mujeres locales se bañan vestidas y les cuesta asimilar que las occidental­es lo hagan en bikini. En Tailandia, es posible disfrutar del sol en un dos piezas, pero sólo en las playas para extranjero­s. Si una turista quiere huir de las masas y bañarse con las locales, se puede encontrar con que sea blanco de miradas reprobator­ias y que se lleve una bronca de alguna señora mayor, que le quitará las ganas de seguir tomando el sol. Y lo mismo le sucederá en Camboya, Birmania, Indonesia o Malasia. El único lugar donde hallará algo de comprensió­n será en Filipinas, donde las mujeres locales son más tolerantes a la hora de compartir sol y mar con turistas en bikini.

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