Sánchez advierte que la crisis territorial no se resuelve “con amenazas”
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, apeló ayer a la necesidad de resolver por la vía política el conflicto territorial de Catalunya. Sánchez, inmerso desde hace tiempo en la defensa de un modelo federal como única salida a la actual situación, aseveró que la crisis territorial “no se resuelve con amenazas por tierra, mar y aire”, sino con “diálogo y mesura”.
Una afirmación que hizo en la clausura del congreso de los socialistas baleares y que lo sitúa en una posición crítica con la actitud del Gobierno de Mariano Rajoy ante el referéndum del 1 de octubre tras una semana convulsa llena de desencuentros entre el Govern y el Gobierno.
En este sentido, Sánchez dejó claro que el modelo del PP para desbloquear la situación ha sido insuficiente y no ha ofrecido ningún acercamiento entre las instituciones que permita una solución a corto o medio plazo. Asimismo recordó que tras seis años ha quedado demostrado que “con la ley no basta, que falta la política”, arremetiendo duramente contra Rajoy, de quien aseguró que a “un presidente de Gobierno hay que pedirle mirar alto, lejos, que haga política, que encuentre soluciones justas”. Pese a ello, Sánchez no se desentendió del apoyo ofrecido al Gobierno central en defensa de la ley y la Constitución en relación a la amenaza del referéndum y reivindicó la “llamada al encuentro” que los socialistas escenificaron con la llamada declaración de Barcelona.
Por lo que respecta al XIII congreso del PSIB-PSOE, la actual presidenta autonómica, Francina Armengol –afín a Sánchez–, seguirá liderando el partido tras un cónclave a la búlgara sin sorpresas y sin candidatos alternativos. La comisión ejecutiva encabezada por Armengol obtuvo el 85% de los apoyos, un total de 195 votos a favor de los 228 válidos.
Armengol se afianza como la máxima responsable de una federación que, aunque poco representativa, ha defendido en los últimos meses su papel en el nuevo organigrama y que abogó por el no a Rajoy hasta el final: los dos diputados baleares formaron parte del grupo de 15 que rompieron la disciplina de voto en el pleno de investidura del líder del PP, enfrentándose entonces con la gestora que dirigía el partido desde Ferraz.