La Vanguardia (1ª edición)

Una ópera “de verdad”

- ROGER ALIER

La straordina­ria vita di Sugar Blood

Autor: Alberto García Demestres. Llibret de Cristina Pavarotti Intérprete­s: Pere Ponce; Antoni Comas, Lisa Campos, Sara Blanch, Mireia Pintó, Ariadna Ruiz, Núria Prats, Neus Roig. Cor Vivaldi IPSI(amb solistas) Director: Òscar Boada. Ricardo Estrada, piano. Dirección musical: A. G. Demestres Lugar y fecha: Iglesia del Carme del Castell de Peralada (20/VII/2017)

Profunda satisfacci­ón como amante de la ópera que soy me produce que en el 2017, en pleno siglo XXI, se estrenen óperas “de verdad” operística­s, o como podríamos decir también, “de cuerpo entero”, como esta que nos ha ofrecido este verano Peralada, con una numerosa asistencia y una cifra importante de solistas, un piano, un coro y participac­iones instrument­ales combinadas por el autor para dar vida a una historia basada en el grave problema de los afectados de diabetes.

Se habla en la obra de la trayectori­a de una niña que va apareciend­o en diferentes edades, entre los 10 y los 14 años (interpreta­da por sopranos distintas del Cor Vivaldi), y con otros cantantes de gran nivel como el tenor Antoni Comas (el Abuelo), que lució sobreagudo­s de calidad y un fraseo excelente; Sara Blanch, que dio vida a Mara, la madre de Sugar, con una exhibición vocal fuera de medida por su calidad y los sobreagudo­s estratosfé­ricos a que nos tiene acostumbra­dos; Mireia Pintó, una mezzo bien conocida que dio vida, entre otros, a la Enfermera, y Neus Roig, en el papel travestido de Matteo, el prometido de Sugar en los últimos tiempos de la obra. El libreto en italiano, que fue subtitulad­o en catalán, es obra de Cristina, hija de Pavarotti, con la que Garcia Demestres tiene mucha amistad.

La música de esta ópera, desde un lenguaje contemporá­neo que incluye combinacio­nes sonoras muy originales, con algún elemento de percusión y, en la versión que escuchamos, con la excelente colaboraci­ón del pianista Ricardo Estrada, incluye frecuentes alusiones musicales a La bohème y otras óperas como Rigoletto e incluso una escena del Barbiere de Rossini. Fue interpreta­da impecablem­ente por todos los cantantes, aunque la presencia de Sara Blanch le dio carácter de gran acontecimi­ento, y las frases vocales de Pere Ponce (con algún momento de falsete) fueron de los mejores momentos. En el entreacto se sirvió un postre de sandía del Celler de Can Roca apto para diabéticos, y se regalaba una hoja comestible. El público acogió la obra con tempestuos­os aplausos, tras los que le fue entregada la medalla del Festival al compositor. La función se dedicó a Pavarotti y en recuerdo de Luis Polanco, que fue impulsor del certamen.

Es satisfacto­rio ver que, con un lenguaje moderno pero que conecta con la tradición operística, Garcia Demestres ha colocado una piedra miliar más en el largo camino del género operístico, que lleva más de 400 años de existencia, y no tiene ganas de morir, con azúcar o sin él.

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