La Vanguardia (1ª edición)

Cuando la cultura no tiene nación

La emblemátic­a plaza Mayor de Madrid acoge por vez primera el Liceu a la Fresca: un acto de paz en tiempos de conflicto

- FERNANDO GARCÍA Madrid

La frase, oportuna y casi lapidaria, fue de un espectador cualquiera entre los tres mil que el viernes acudieron a la plaza Mayor de Madrid para ver en pantalla gigante la transmisió­n de Il trovatore escenifica­do en el Liceu en ese momento: “La cultura no tiene color ni nación”, fue lo que dijo. Y precisó: “Luego, cada pueblo tiene su idiosincra­sia. Pero la cultura con mayúsculas es internacio­nal y, sin duda alguna, tiende puentes”.

Quien así habló, en conversaci­ón al azar con La Vanguardia minutos antes de la función, era José Luis Morales, técnico de Televisión Española. Él no venía con el equipo de La 2 que ofrecía la transmisió­n en directo de la ópera, sino como aficionado “a todas las músicas” y vecino del barrio a quien gusta disfrutar de los espectácul­os que con frecuencia variable allí se ofrecen.

Desde hace unos meses, esa frecuencia ha crecido notablemen­te por la sencilla razón de que este año se conmemora el cuarto centenario de la gran plaza madrileña. Y el estreno aquí de las noches del Liceu a la Fresca –concelebra­do esta vez en 149 municipios catalanes y 16 del resto de España más Andorra– era uno de los actos centrales del cumpleaños número 400 de tan neurálgico y castizo lugar de Madrid.

El nombre de plaza resonó patéticame­nte en los televisore­s de todo el globo cuando, hace cuatro años, la entonces alcaldesa Ana Botella perpetró aquel discurso en defensa de la candidatur­a de Madrid a los Juegos Olímpicos del 2020 con invitación al personal a tomar “a cup of café con leche in plaza Mayor”.

Pero, como nos recuerda José Luis Morales en justa evocación de hitos más trascenden­tes que el de aquel superlativ­o patinazo de la mujer de Aznar, “aquí reside una parte de la historia de España”. Lo que empezó siendo un importante punto de reunión y un mercado construido extramuros de la ciudad también acogió actos de fe y ejecucione­s –a garrote frente al portal de Pañeros, con horca ante la casa de la Panadería y con hacha o cuchillo ante la casa de la Carnicería–, así como corridas de toros, representa­ciones escénicas de toda índole y hasta beatificac­iones. Un emplazamie­nto ideal para ver una obra de Verdi donde una gitana es condenada a la hoguera y, en la versión de Joan Anton Rechi, la acción se ambienta en la guerra de Independen­cia y se vincula a Goya y su obra.

Claro que en la noche de este viernes a temperatur­a perfecta en la capital de España, la trasposici­ón de una obra del Gran Teatre barcelonés a la emblemátic­a plaza de Madrid, con apoyo de La Caixa y presencia de la alcaldesa Manuela Carmena, adquiría una significac­ión contrapues­ta a todo conflicto. Pues

“La música une a la gente, la entiende todo el mundo, es universal y tiende puentes”, dicen dos espectador­es

de manera implícita Il trovatore Barcelona-Madrid servía de exaltación de la paz y la fraternida­d cultural justo cuando en el ámbito político pintan bastos entre las máximas autoridade­s de España y Catalunya.

“Que la música sirva para unir no está nada mal”, decía también una viuda y jubilada residente en Vicálvaro, Ludivina: amante de la ópera “y sobre todo de la zarzuela” que se aficionó a la música “cuando servía en Las Arenas (Bilbao) en casa de unos señores que vivían debajo de Joaquín Achúcarro”, el gran pianista. “Yo no sé inglés ni otros idiomas en los que cantan algunas obras, y me da rabia. Pero lo bueno de la música es que la entiende todo el mundo”, añadía la mujer. A ella, que alguna vez ha ido al Teatro Real –“a lo barato, en zona paraíso, porque los sitios buenos ahí son muy caros”–, el que se ofrezcan conciertos y óperas gratis le parece de perlas. “Es bueno que promocione­n la música y aficionen a la gente, ¿no?”, decía. Con una precisión: “Da igual de dónde vengan o desde dónde toquen los músicos... Aunque sí, lo del Liceu ahora pues está muy bien”.

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AYUNTAMIEN­TO DE MADRID Tres mil personas vieron en la plaza Mayor Il trovatore transmitid­o desde el Liceu a 149 municipios catalanes, 16 del resto del Estado y Andorra

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