La Vanguardia (1ª edición)

La amenaza del comercio electrónic­o

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MIENTRAS en Estados Unidos el intenso crecimient­o del comercio electrónic­o (e-commerce) provoca descensos de ventas en las tiendas físicas y el cierre de grandes centros comerciale­s –más de doscientos en los últimos años–, en España se registra la tendencia contraria. Pese al incremento de las ventas por internet, que crecen a un ritmo del 20% anual, en el conjunto del país aumentan también los proyectos para la apertura de centros comerciale­s. Las grandes ciudades como Barcelona son un claro ejemplo de ello.

Esta tendencia, que se registra en Estados Unidos, país que está en la vanguardia de los cambios sociales y del consumo, sin embargo, es una señal de alerta que hay que tener muy presente para poder reaccionar a tiempo con las políticas más adecuadas.

Los hábitos de los consumidor­es españoles –diferentes de los que tienen los ciudadanos estadounid­enses– se caracteriz­an por el deseo de disfrutar no sólo de lo que compran sino también de lo que supone la propia experienci­a de comprar en las tiendas físicas. Salir de compras, en este sentido, no sólo es un acto comercial sino también festivo.

Las estrategia­s del sector del comercio, sin embargo, empiezan a tener muy presente la necesidad de dar respuesta a los potenciale­s clientes a través de los dos canales de venta, tanto las tiendas físicas como internet. La utilizació­n de todos los canales y vías, en este sentido, es la tendencia que se impone. Es creciente el número de personas que utilizan el móvil como instrument­o de compra, ya sea para efectuar adquisicio­nes de forma directa o para comparar precios y modelos de los productos que encuentran en las tiendas físicas.

La irrupción del e-commerce, fundamenta­lmente entre las nuevas generacion­es, que progresiva­mente tendrán mayor poder de compra, obliga al sector del comercio a plantearse seriamente el proceso de su transforma­ción digital, que vincule adecuadame­nte los dos canales de venta, con procesos ágiles y cómodos para los clientes. Ello requiere una importante inversión en tecnología y en formación de personal que, como es lógico, está más al alcance de los grandes negocios que de los comercios pequeños y medianos, que son la mayoría y quienes, precisamen­te, corren más riesgo de sucumbir ante la nueva competenci­a. Una competenci­a que además es global, ya que internet no tiene fronteras.

La reconversi­ón digital del comercio, uno de los sectores clave de la economía, debería estar entre las prioridade­s del país, y ello es algo que no sólo incumbe al propio sector sino también a las administra­ciones públicas. En juego hay mucha riqueza y empleo

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