La Vanguardia (1ª edición)

Rajoy, ante el juez

El presidente del Gobierno declara hoy en la Audiencia Nacional sobre las actividade­s de la red de corrupción Gürtel entre 1999 y 2005

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

El presidente del Gobierno declarará hoy para dirimir sus responsabi­lidades en el juicio de la trama Gürtel.

El presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, comparece hoy ante el tribunal que juzga el caso Gürtel para explicar como testigo si tuvo algún grado de conocimien­to de las prácticas de corrupción que se atribuyen a los exresponsa­bles de finanzas de su partido. Es, sin duda, la comparecen­cia más esperada de cuantas han tenido lugar hasta ahora, cuando la vista ha alcanzado ya un centenar de sesiones. En ellas se está analizando sólo la primera etapa de las actividade­s de Gürtel, entre 1999 y 2005.

En sentido estricto, los papeles de Bárcenas y los supuestos sobresueld­os del PP no son materia de este juicio. Pero a Rajoy le caerán, sin duda, preguntas relativas a estas cuestiones, en la que es la primera vez que un presidente en activo declara como testigo. Una de las incógnitas de la sesión reside en comprobar hasta qué punto el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, que votó en contra de la citación de Rajoy, será estricto en los aspectos formales y de orden. Es decir, si llamará a la cuestión o permitirá que los abogados de las partes actúen de forma libérrima y le busquen las vueltas al jefe del Ejecutivo.

El presidente ha preparado de forma concienzud­a esta comparecen­cia, consciente de su trascenden­cia política, más que por su relevancia procesal. En teoría, el testimonio de un testigo no tiene por qué implicar repercusio­nes incriminat­orias. Pero los letrados de la acusación –en particular los de la Asociación de Abogados Demócratas por Europa (Adade)– velan armas desde hace meses, a la espera de que Rajoy incurra, si no en revelacion­es, sí en contradicc­iones. Todo ello desde la convicción de que como miembro del núcleo dirigente del PP no sólo tuvo que darse cuenta de que las finanzas del partido no se nutrían exclusivam­ente por procedimie­ntos lícitos y regulares, sino que pudo ser uno de los beneficiar­ios de la contabilid­ad B de la organizaci­ón.

Rajoy siempre ha negado haber tenido sospecha alguna de dichas irregulari­dades. Por supuesto, mantendrá esta negativa durante su declaració­n. Eso fue lo que hizo cuatro años atrás, cuando a comienzos de agosto del 2013 el Congreso celebró un pleno en el que –tras mucha insistenci­a de la oposición y aunque el PP tenía entonces una cómoda mayoría– compareció para dar cuenta del caso Bárcenas. Rajoy salió prácticame­nte incólume de aquella sesión, celebrada en la sede del Senado, porque el edificio del Congreso estaba entonces en obras. Su tesis fue que su único error había consistido en depositar su confianza en alguien que, como el extesorero popular, no la merecía.

Este segundo capítulo, sin embargo, es distinto. Con la oposición se pueden hacer guantes. Incluso lanzarse puñetazos dialéctico­s. En un tribunal, la posición del comparecie­nte no es la misma. Su presencia no es para debatir y polemizar. Es para informar y para contribuir a arrojar luz sobre unos hechos de trascenden­cia penal y en relación con los cuales los jueces deben pronunciar una sentencia.

Estos factores, junto a las cuestiones de imagen, explican las resistenci­as del presidente del Gobierno a testificar en la Audiencia Nacional en el caso Gürtel. Sobre todo, quería evitar la presencia física en la sala de vistas. Pero el tribunal consideró, por dos votos a uno, que en este asunto el presidente debe comparecer como cualquier otro ciudadano, sin otra cautela que la de preservar su imagen institucio­nal. Esto explica a su vez que Rajoy no vaya a declarar ocupando la posición que han utilizado procesados y testigos para ser interrogad­os, frente a los jueces y a poca distancia de ellos. El presidente recibirá, en suma, un tratamient­o singular, ya que podrá declarar desde el estrado, junto a los bancos que ocupan los abogados de la acusación y de la defensa.

En cuanto al orden en que se desarrolla­rá el interrogat­orio hay que tener en cuenta que Rajoy comparece a petición de la citada asociación de letrados, Adade. Será, por tanto, el representa­nte de esta entidad, José Mariano Benítez de Lugo, quien formule en primer lugar las preguntas que crea convenient­es al presidente del Gobierno, quien naturalmen­te deberá identifica­rse previament­e ante el tribunal y prestar juramento o promesa de decir verdad. El presidente debe entonces advertirle que, en caso de no hacerlo, se le podrá acusar de falso testimonio.

Luego interrogar­án las demás acusacione­s y, más tarde, las defensas. Incluida la del PP, que figura como organizaci­ón en la causa como partícipe a título lucrativo, ya que las empresas de Francisco Correa –el cabecilla de la red Gürtel– aportaron 245.492 euros a la campaña municipal del PP de Madrid en las localidade­s de Pozuelo de Alarcón y Majadahond­a. La cúpula del PP dice estar tranquila porque Rajoy nada puede aportar al esclarecim­iento de estos hechos, ya que no se ocupó de organizar dicha campaña y menos a escala tan concreta. Pero el problema es que el caso Gürtel es mucho más que el coste de las elecciones en dos municipios madrileños.

La acusación quiere que el interrogat­orio pueda referirse a todos los hechos de corrupción de Gürtel

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EMILIA GUTIÉRREZ El presiente Rajoy podrá ocupar hoy un lugar específico en la sala, para no declarar en la misma posición que los procesados en el juicio

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