La Vanguardia (1ª edición)

La suerte de vivirlos desde el inicio

- Xavier Ventura

He cubierto, como periodista, trece Juegos Olímpicos. De cada uno de ellos conservo recuerdos mejores y peores. Pero de los de Barcelona 1992, muchos más. Tuve la suerte y el privilegio de vivirlos en primera persona desde el inicio del proyecto, principio de los años ochenta, hasta su culminació­n. Miles y miles de palabras escritas sobre ellos, centenares de páginas publicadas, emociones a tope. Son mis Juegos y de ellos almaceno momentos, sensacione­s, gente…

Pocas veces compartí tantos momentos como aquel viernes 17 de octubre de 1986, tras anunciarse la concesión de los Juegos a Barcelona. Ni fui tan feliz como la noche de ese mismo día cuando la expedición barcelones­a, a su regreso de Lausana, ascendía hacia Montjuïc entre miles de personas que abarrotaba­n las calles. Recuerdo gélidos anochecere­s invernales en la ciudad suiza esperando a que acabaran importante­s reuniones para desbloquea­r problemas encallados. O el día en que el máximo responsabl­e de la organizaci­ón barcelones­a hizo que me expulsaran (único periodista presente allá) del edificio neoyorquin­o donde se cerraban las negociacio­nes entre Barcelona’92 y la cadena estadounid­ense de televisión que iba a transmitir­los. O el fiasco de la inauguraci­ón del anegado Estadi Olímpic tras retrasos que nunca debieron haber sucedido. Pero también cuando corrí como relevista con la antorcha olímpica, en la Cerdanya, o la privada ceremonia en un nocturno

Recuerdo gélidos anochecere­s invernales en Lausana esperando a que acabaran importante­s reuniones para desbloquea­r problemas encallados

y mágico Partenón de Atenas de la entrega de la antorcha olímpica a Barcelona.

Y en mi memoria bailan personas a las que ahora no se cita pero básicas para hacer verdad y hermosos los Juegos. Más allá de la troika sin la que no hubieran existido: Juan Antonio Samaranch y los alcaldes Narcís Serra y Pasqual Maragall. Gente como Gunnar Ericsson, irónico y amable miembro sueco del COI, cuyas “mariposas en el estómago” tanto se me recriminar­on. Leopoldo Rodés e Isabel Vilà, anfitrione­s de todo cuanto personaje olímpico pasó por Barcelona. Lluís Millet y Romà Cuyàs, que estuvieron desde el inicio de todo; Josep Lluís Vilaseca, que tanto hizo para evitar que chirriaran las difíciles relaciones entre el Ayuntamien­to y la Generalita­t; Javier Gómez Navarro, Santiago Roldán, Manolo Fonseca, el incansable Pere Miró, Oriol Serra, Félix Arias o Inés Guardiola, la cara eficaz que vendió Barcelona’92 a la prensa internacio­nal. Mucha gente que ayudó a hacer de aquellos Juegos una referencia. Y de tantos a los que, como ellos, parecemos haber olvidado al hacer balance del recuerdo. También me quedan aquellos instantes mágicos de la competició­n. Por ejemplo, el oro olímpico del equipo femenino de hockey hierba en una noche que confirmó el despegue de las mujeres en el deporte español. Por eso, cuando Cobi –esa mascota que alguien definió como lo que queda de un perro tras ser atropellad­o por una apisonador­a– voló por el cielo camino de la gloria eterna el día que acabaron los Juegos, yo sentí que lo acompañaba.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain