Gestión integral
El AMB realiza una gestión integral de los parques y las playas metropolitanos, con especial atención a la sostenibilidad y biodiversidad. Más allá de la ornamentación, que confiere belleza e interés paisajístico, los espacios verdes mejoran la calidad ambiental y esponjan la urbe. En esta línea, en los últimos años el AMB ha adoptado, en consenso con los ayuntamientos, criterios de naturalización de estanques y riberas, la introducción de vegetación mediterránea más resistente, una progresiva erradicación de los productos químicos –en especial el glifosato– en el mantenimiento, y la óptima gestión del agua y la energía.
Los estanques son uno de los ejemplos más claros de este cambio de mentalidad. “Estábamos acostumbrados a lagos y balsas tratados con cloro y alguicidas como si fuesen piscinas, de agua cristalina”, ejemplifica Dina Alsawi, responsable del Servicio de Parques del AMB. En el Parque de Can Zam, por ejemplo, se introdujeron plantas acuáticas sobre la cascada original para oxigenar el agua, islas flotantes en las que se refugian aves migratorias y estructuras en los márgenes y el interior del lago como refugio de anfibios. Las cubiertas herbáceas también han evolucionado: poco a poco, los céspedes impolutos, que requieren alto coste energético, consumen productos químicos y agua, y tienen poco potencial en cuanto a biodiversidad, dan paso a praderas con flores silvestres, mariposas y arbustos mediterráneos, que atraen a insectos polinizadores.
En esta mejora continua, la complicidad del ciudadano es también fundamental. Por ello, el AMB ha implantado señalización divulgativa en los parques y promueve actividades familiares de concienciación ecológica. “Poniendo en marcha actividades ambientales familiares y escolares, ayudamos a una concienciación social, que promueve buenos usos en los parques”, señala. Igualmente sucede en los ríos, considerados periferia urbana hasta hace pocas décadas y ahora revalorizados como lugares de encuentro, ocio y salud gracias a los parques fluviales.