La Vanguardia (1ª edición)

Rufián entra en Troya

- Víctor-M. Amela

Quién no haya visto el primer Operación Triunfo no merece ser de izquierdas”, ha declarado Gabriel Rufián en el programa Dani&Flo (Cuatro). Gabriel Rufián, que no haya confusión, es político y diputado en el Congreso. Ha añadido Rufián que le tiene afición a David Bisbal y también a Manu Tenorio. Gabriel Rufián, que no haya confusión, es miembro de Esquerra Republican­a de Catalunya. Ha añadido Rufián que él se siente catalán, y también español y europeo. Rufián, que no haya confusión, es independen­tista catalán.

Lo dice con una sonrisa de oreja a oreja, radiante, bienhumora­do, festivo, partícipe de las bromas, chistes y juegos de los humoristas Dani y Flo, dos cachondos de tomo y lomo. Gabriel Rufián es el independen­tista más listo que yo haya visto en la tele: ha entendido para qué sirve la televisión.

Gabriel Rufián se ha instalado en Madrid para algo más que calentar un escaño en el Congreso de los Diputados: le veo desplegar una estrategia política habilísima, muchísimo más eficaz para su causa que subir y bajar de un estrado decimonóni­co y apretar botoncitos verdes o rojos para votar leyes. La política de Rufián es mejor: se mete en la tele y sonríe, juega a todo, acude a programas de entretenim­iento y humor y del zafarranch­o del corazón. Gabriel Rufián ha entendido para qué sirve la televisión: para caer bien.

La televisión sólo consigue transmitir algún mensaje si el que lo quiere transmitir cae bien. Es así, y ya lo hizo Pablo Iglesias en su estilo indignado y de pistolero de saloon, pues la chulería templada y condescend­iente, sin alzar la voz, cotiza alto en pantalla.

Y va Rufián y se mete en el plató de Sálvame, se sube a un estrado en el que habitualme­nte se discute sobre Belén Esteban y debate sin empacho con fieras corrupias del chapoteo catódico sobre el referéndum soberanist­a en Catalunya. De fondo, Belén Esteban clama: “¡Viva España!”, hiperventi­lada. Y Gabriel Rufián ladea la cabeza, achina los ojos, alza las cejas y sonríe, siempre sonríe, le digan lo que le digan: lo escucha, lo acoge misericord­ioso y lo responde con la calma de quien te perdona la vida porque sabe que acabaréis siendo amigos. Así borra Gabriel Rufián el estereotip­o de independen­tista ceñudo, airado, irritado, resentido, rabioso y chillón, ¡tan cansino!

A Gabriel Rufián la televisión le quiere y le llama por afable y aplomado, y él no dirá que no, aunque sean television­es de España: no dirá que no preciament­e porque son television­es de España. Gabriel Rufián es hoy el independen­tista catalán más listo y más español en lo que a mañas televisiva­s compete. Gabriel Rufián es el caballo de Troya del independen­tismo catalán: a los troyanos les ha llamado la atención... y ya lo han metido dentro de sus murallas catódicas, dentro de su plaza fuerte, en sus mismísimos platós. Le veremos en más programas de televisión para toda España.

Vigilad, troyanos. Gabriel Rufián está dibujando en vuestros televisore­s otro prototipo de independen­tista, sin duda el más peligroso para la España monolítica: el independen­tista que se hace querer.

Gabrial Rufián está dibujando en las teles de España el perfil de independen­tista más peligroso para España

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