La Vanguardia (1ª edición)

Belmonte firma una soberbia actuación en el Mundial

Mireia Belmonte cierra su soberbia actuación con el tercer podio en Budapest

- SERGIO HEREDIA Budapest Enviado especial

Subió el termómetro en la ciudad, hasta los 33 grados a la sombra, y a los húngaros les importó un pito.

Los budapestin­os salieron en masa a las calles. Tomaron el metro y los barcos. Se puede llegar al Duna Arena surcando el Danubio. Se tatuaron los colores de la bandera en el rostro y el brazo. Se vistieron las camisetas de tonos rojos, blancos y verdes. Corearon The Final Countdown, el ochentero himno de Europe. Era el día de la exaltación nacionalis­ta húngara.

Katinka Hosszú (28), su diosa, cerraba los Mundiales.

Se formaron colas en las tiendas de souvenirs que rodean el escenario. Buscaban los productos de Iron Nation, la firma que viste a Hosszú. Una parafernal­ia pseudomili­tar formada por gorras, botellas de cristal, foulards y bolsas de tela.

“Hard work always pays off”, dice la inscripció­n en las bolsas. El trabajo duro siempre da recompensa­s. Hay, incluso, cómics. Hosszú es Iron Lady. La dama de hierro. La sexy heroína que salva a alguien, quién sabe de qué. A veces, Shane Tusup le acompaña en esas andanzas. Tusup es su marido y su entrenador. Lo tenemos en versión muñeco, con gorra y barba. Un Click de Famobil. A estas alturas del Mundial, Hosszú sumaba tres podios. Quería el cuarto. La guinda, en el último día. Había que dedicársel­o a los encendidos budapestin­os.

Y lo consiguió. Se lo dedicó. Se adueñó de los 400 m estilos.

Y el Duna Arena estalló, tanto que un veterano cronista estadounid­ense vociferaba: –¡Nunca había visto nada igual! El tipo llevaba un rato tratando de componer una frase. En vano.

¿Cómo narrar el récord del mundo de Lilly King, en los 50 m braza? En ese escenario enfervorec­ido, no había forma de pensar en Caeleb Dressel: el cohete estadounid­ense ha recogido siete oros en estos Mundiales. Y eso no lo había hecho nadie. Nunca. Ni siquiera Phelps. Y solo unos pocos, acaso los especialis­tas españoles, advirtiero­n la proeza de Mireia Belmonte (26), que avanzando de puntillas arrancó su tercer podio en Budapest. El sexto de su carrera. Logró la plata, tras Hosszú. Lo hizo en una carrera intermiten­te: mantuvo el tipo en la mariposa, se retrasó en la espalda y la braza y remontó dos plazas en el crawl, en una actuación que disparó el pulso de Jose y Paqui, sus padres, presentes en la grada.

–¡Cuánto hace sufrir Belmonte en las pruebas de estilos! Se queda atrás en la mariposa y la espalda, y luego se deja la vida en los últimos dos estilos –le comentábam­os a Fred Vergnoux, su entrenador.

–Así, más emoción para todos. Nos gusta compartir –contestaba.

Vergnoux es un tipo irónico. Al-

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