La Vanguardia (1ª edición)

Malditas huelgas

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Y todos los veranos pasa lo mismo. No acabamos de aprender. O somos muy tontos o somos irresponsa­bles. Que haya derecho a la huelga no quiere decir que se haga en el tiempo en que más perjudica a los trabajador­es (en su tiempo de vacaciones). O sea, que unos se acogen a un derecho que quita a cientos de miles su derecho al descanso y otras cosas. Habría que meditar sobre esto, pero para ello hay que tener la mente abierta y pensar en el bien común.

Hay que saber negociar en las altas esferas (si es que son capaces) para llevar a cabo lo que se pretende. Y no hace ninguna gracia ver que se consigue el objetivo después de una semana o dos de negociacio­nes. Para esto, mejor se soluciona antes de empezar y así están todos contentos. Piensen en que los que causan este revuelo no sufren la huelga, sólo la sufre el trabajador.

Llegas a la conclusión de que la podredumbr­e está tan afincada en este país que ya no crees en nada ni nadie. Hay colas interminab­les en el aeropuerto, no tienes taxi para desplazart­e, y otra vez colas para el bus. Es cosa de locos. Un malvivir dan las huelgas.

A ver si sale alguien con dos dedos de frente y pone solución a este maldito tema. Mucha democracia, pero para fastidiar a otros. Busquen otro camino que seguro que lo hay, sólo han de ser capaces de encontrarl­o y, si no, dedíquense a otra cosa.

MARÍA ELISA ARAGONÉS

Tarragona

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