La Vanguardia (1ª edición)

El efervescen­te maná enoturísti­co

De la época de un Sant Sadurní sin “forasteros” a los miles de visitantes atraídos por el cava

- RAMON FRANCÀS Sant sadurní d’Anoia

No hace tantos años, cuando cerraba por vacaciones el histórico y neurálgico Cafè de la Plaça, a mediados del mes de agosto, Sant Sadurní d’Anoia parecía un pueblo desértico, despojado de actividad. Todo el pueblo, con el bar que regentan los Urpí, bajaba la persiana por vacaciones. Los cerca de 200.000 visitantes anuales que atraen las cavas de Codorníu o Freixenet, en las afueras de este pueblo del Alt Penedès, raramente se aventuraba­n a adentrarse en el meollo urbano. Durante muchos años algunas cavas del núcleo urbano sólo salieron adelante atrayendo a la clientela con carnes a la brasa, calçotades y cava en porrón.

La cosa, sin embargo, ha empezado a cambiar gracias al esperado maná enoturísti­co y a la puesta en marcha del Centre d’Interpreta­ció del Cava (CIC) Fassina i del Espai Xocolata Simón Coll. El CIC Fassinaa, ubicado en una destilería de alcohol de 1814, ofrece un recorrido por el mundo del cava, desde los orígenes, la historia y el proceso de elaboració­n hasta su cultura, el arte de vivir y de celebració­n. El año pasado recibió a 4.500 visitantes, y 18.000 personas fueron atendidas en su oficina de turismo. Asimismo, 6.000 personas asistieron a actividade­s organizada­s por el Ayuntamien­to o entidades y empresas. El Espai Xocolata, en cambio, ya fue visitado por 50.100 personas durante el último año. Se ofrece un recorrido vivencial por los orígenes, la cultura, la historia y el proceso de elaboració­n del chocolate, así como poder probar el chocolate recién hecho. La Setmana del Cava, que organiza la Cofradia del Cava Sant Sadurní, la Fiesta de la Filoxera cuando cae en fin de semana y el Cava Tast también han contribuid­o a atraer visitantes. La feria de cavas interesó a unos 32.000 visitantes en el 2016. La próxima edición se hará del 6 al 8 de octubre.

Poco a poco el comercio va creciendo, como también la restauraci­ón, pero no hay manera de atraer inversione­s hoteleras a pesar de las facilidade­s que el gobierno municipal dice que está dispuesto a ofrecer, según la alcaldesa Maria Rossell. Entre tiendas y servicios, en este municipio de unos 13.000 habitantes hay, aproximada­mente, unos 400 establecim­ientos.

El Cafè de la Plaça, de principios del siglo XX, está en manos de la misma familia desde que Miquel Urpí Duran se quedó con el negocio en el año 1928. Su nieta, Cristina Urpí, recuerda cuando su abuela Emília, con sorpresa, decía que había “forasteros” en el pueblo, un hecho poco habitual en su época. Cristina cree que queda mucho por hacer y recuerda que “Barcelona está aquí mismo, y hace falta sacar más provecho”. Echa de menos más oferta turística, a pesar de destacar iniciativa­s como la de la Ruta Modernista. El modernismo llegó a Sant Sadurní con retraso y mezclado con tendencias eclécticas y neomedieva­lizantes vinculadas al talante propio de los centros culturales provincian­os.

De cara al futuro, el Ayuntamien­to trabaja para conseguir otro equipamien­to enoturísti­co de referencia. Se ha llegado a un preacuerdo para comprar a Freixenet, Codorníu y Juvé & Camps la histórica casa de Can Guineu. El gobierno municipal tiene medio año para llegar a un acuerdo con la oposición y quedarse la casa por 300.000 euros. Podría acoger la sede de alguna institució­n del cava. La alcaldesa cree que ha llegado la hora de “mirar a larga distancia” y de acordar “cómo tiene que ser el Sant Sadurní dentro de 15 años” y sacar más provecho de la vinculació­n con el Consorci Enoturisme Penedès. Formado por entidades públicas y privadas, se creó para promover e impulsar políticas turísticas coordinada­s en el ámbito de la DO Penedès. Y es que más de 80 casas elaborador­as de Sant Sadurní producen el 90% de todo el cava: 245,1 millones de botellas.

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TURISME DE SANT SADURNÍ
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TURISME DE SANT SADURNÍ

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