La guitarra y la cultura
La música de Josep Ferrer Intérpretes: Jens Franke y Jorgen Skogmo, dúo de guitarras Lugar y fecha: Festival de Torroella. Espai Ter (2/VIII/2017)
Una ocasión singular para acercarnos al patrimonio musical, y para disfrutar de dos muy buenos guitarristas que interpretan con mucho carácter los dúos de Josep Ferrer, músico de Torroella de Montgrí que creció allá en la primera mitad del siglo XIX. También ocasión (como se hace aquí cada año) para recordar a Ernest Lluch, defensor e investigador de nuestro patrimonio, y figura sensata que, en las circunstancias políticas actuales, echamos de menos.
Como siempre Torroella se acercó a escuchar estas músicas de salón que su antiguo vecino llevó por el mundo, y cuyas partituras llegaron al cabo de los años a manos de Domingo Prat, guitarrista catalán emigrado a Argentina, autor de un importante diccionario y poseedor de importante archivo. A su muerte fueron a parar a Londres (aquí siempre son escasos los recursos para salvar patrimonio), donde estos jóvenes, el noruego Skogmo y el alemán Franke las localizaron, y las trajeron en sonido ahora a la tierra natal del compositor. El Festival ya había tomado nota de Ferrer en su edición n.º 12, como bien explica el profesor Josep M. Mangado.
Músicas de salón –no pensadas para sala de concierto– que rememoran éxitos operísticos del momento con adaptaciones de temas reconocidos, o que asumen formas de moda en la época (siglo XIX) de mazurcas, boleros, valses y minuetos que hacían las delicias de las reuniones sociales.
Es significativo que la gran tradición guitarrística española pasara por Catalunya hasta llegar a Llobet, quien, a comienzos del siglo XX, abrió puertas a la guitarra de concierto, a lo que se sumaron Segovia y otros. Músicas estas las de Ferrer –en la línea de las ya propuestas por Sor, etcétera– interpretadas con pulcritud y musicalidad por estos dos jóvenes, y que en los vaivenes de repeticiones y temas reconocidos, permiten al espectador pensar en muchas cosas. Una de ellas, que en la vida musical hay tres tipos de propuestas: las que hacen cultura –un ejemplo este buen concierto–, las de puro espectáculo, y las que apuntan a la especulación y el negocio. Y en el mundo de la guitarra estas últimas se dan con claridad. Los conciertos de guitarra del Palau están en manos de empresarios del espectáculo, y hasta llega el negocio a la Iglesia del Pi, sólo interesados en el turismo. La situación llega ya a lugares más sorprendentes, como la Acadèmia de Belles Arts, donde hay un ciclo de conciertos que apunta a la especulación, llegando hace días a proponer incluso “flamenco fusión” en ese templo de la sabiduría. Hay una diferencia entre cultura y espectáculo, a ver si nos entendemos.