La Vanguardia (1ª edición)

“Convivo con el dolor”

Ruth Beitia, oro olímpico y principal baza de la delegación española, alcanza Londres mermada en un hombro y la cadera

- SERGIO HEREDIA

Ruth Beitia (38) se encoge de hombros: –Me toca convivir con el dolor. Es lo que hay a mi edad. Le duele el hombro derecho. Los médicos le dicen que va a ser así. Siempre. Haga lo que haga. Y ella se resigna: –Llevo toda la vida cayendo sobre él, sobre ese hombro.

La colchoneta amortigua el golpe. Pero, claro, no lo puede todo.

Ese hombro y la cadera le han complicado la temporada. Es así desde junio. Antes de sufrir esos contratiem­pos, Beitia había tenido tiempo para prolongar su historial. Al oro olímpico de Río, y al oro europeo de Ámsterdam, le había añadido otro título: el Europeo en pista cubierta.

¿Quién se lo hubiera dicho hace cuatro años, cuando había decidido dejarlo todo, descolgars­e del atletismo y salir a patinar por Santander?

¿Quién le hubiera dicho que volvería, encadenarí­a títulos e incluso lograría el oro olímpico?

A Beitia le duele el hombro derecho, igual que antes le dolía el psoas –“sobre el psoas trabaja todo el equilibrio; si falla el psoas, falla el resto del cuerpo”, insiste–, y por eso está viviendo una temporada lánguida, con resultados discretos.

Apenas se ha elevado hasta el 1,94 m. Hay doce mujeres por encima suyo. Y mucho más allá, sobrevolan­do, se encuentra Maria Lasitskene, que ronda los 2,06, registro que la coloca a un paso del récord del mundo (2,09).

Visto así, Ruth Beitia prefiere contempori­zar. En las últimas semanas, insistía en que llegará a tiempo a Londres.

Su rendimient­o es una incógnita, y esa es una mala noticia para el atletismo español, que llega justo de expectativ­as pese a su amplio arsenal. 55 atletas españoles competirán en el Estadio Olímpico de Londres.

Ausente Bruno Hortelano –la lesión que ha tenido en la mano le ha costado toda una temporada en blanco–, las expectativ­as se apoyan sobre el marchador Miguel Ángel López, el vallista Orlando Ortega y el milquinien­tista Adel Mechaal.

Mechaal cerró su culebrón hace quince días. Supo que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) había cerrado su asunto, y así pudo respirar tranquilo.

La historia arrancaba el pasado verano. Mechaal se disponía a tomar el avión a Río cuando le llamaron a su casa en Palamós. –No te subas al avión. Te han vetado en Río. Interpreta­n que te has saltado tres controles antidopaje este año –le dijo entonces el jefe de la delegación española, José Luis de Carlos.

Mechaal recurrió el caso y voló tres días más tarde. Llegó a Río descompues­to y descolocad­o. No alcanzó la final de los 5.000. Tampoco la de los 1.500.

Luego se mudó a Madrid. Se puso en manos de Antonio Serrano y encontró un punto de forma extraordin­ario. Mientras se entrenaba y competía en el INEF, esperaba. Corría al amparo de una cautelar: significa que puede competir mientras su expediente permanece abierto.

Lo ganó casi todo. Incluidos los 3.000 m de los Europeos en pista cubierta, en marzo.

Ha llegado a Londres con un registro de 3m34s70, una marca que le mantiene relativame­nte cerca de todo el mundo. Su caso es importante. Además, la presencia de los mediofondi­stas españoles en Mundiales y Juegos languidece desde hace años. Se añora a Abascal, González, Cacho y Estévez.

LESIÓN IRREVERSIB­LE “Llevo demasiados años cayendo sobre el hombro; ya no tiene solución”, dice Beitia

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TONI ALBIR / EFE Ruth Beitia, en Barcelona el pasado mes de julio

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