La Vanguardia (1ª edición)

El mítico Ángel Nieto pierde su última carrera (1947-2017)

Ángel Nieto muere en Eivissa a los 70 años

- ALFRED BELLOSTAS Barcelona

El motociclis­mo español posee un historial de trofeos impresiona­ntes, a la altura de la categoría de los pilotos que han formado parte de él. El presente es de Marc Márquez, Jorge Lorenzo –los dos tricampeon­es del mundo en MotoGP–, Dani Pedrosa, Maverick Viñales, los hermanos Espargaró, Pol y Aleix, y un largo etcétera que demuestra la buena salud española en las dos ruedas. Antes se recuerda también a Àlex Crivillé, el primero que se coronó en la máxima categoría, y Sito Pons, que logró dos títulos consecutiv­os en 250cc a finales de la década de los ochenta del siglo pasado cuando en los circuitos mandaban otros países. Pero hubo un inicio, una llama que prendió el camino de los éxitos, y esta pertenece sin discusión a Ángel Nieto, que empezó a levantar trofeos en los últimos años del franquismo y continuó haciéndolo con la incipiente democracia. Siempre fueron en categorías inferiores, 50cc y 125c –la primera de ellas ya desapareci­da–, algo que les restaría valor hoy en día. Pero entonces, cuando España se esforzaba por sobresalir en el panorama mundial, tuvieron mucha resonancia y, sin duda, beneficiar­on a muchos. En total fueron trece, seis en 50cc y siete en 125cc, pero el deportista siempre se refirió a ellos como “12+1”, una expresión que ha quedado grabada con letras de oro en la historia del motociclis­mo y que para todo el mundo hace referencia al piloto zamorano. En otras palabras, hablar de 12+1 significa hacerlo de Ángel Nieto, fallecido ayer en Eivissa a los 70 años después de sufrir un accidente cuando circulaba con un quad la semana pasada.

Una foto suya sentado en una Derbi de 50 centímetro­s cúbicos presidió la entrada a la exposición de motos clásicas celebrada en Jerez de la Frontera con motivo del último Gran Premio de España el pasado mes de mayo. Es una imagen muy reconocibl­e de lo que vivieron los aficionado­s españoles durante quince años, de 1969 a 1984, cuando Nieto conquistó su último Mundial. La historia había empezado en Vallecas (Madrid), a donde se trasladó la familia del piloto poco después de que naciera en enero de 1947. En el taller Tomás Díaz Valdés de la calle Palomas el deportista subió a su primera moto junto al campo del Rayo Vallecano y después de muchas vueltas acabó barriendo en el departamen­to de carreras de Derbi, antes de pasar por Bultaco o Ducati en busca de una oportunida­d que no llegaba y que, finalmente, se presentó por parte del histórico fabricante catalán, que había compaginad­o a partir de 1950 la construcci­ón de bicicletas con la de ciclomotor­es con las iniciales SRS, de Simeón Rabasa i Singla.

Su continuida­d en la marca no fue permanente en esa etapa inicial plena de experienci­as, muchas novedades y, sobre todo, el deseo de luchar contra los mejores del mundo, que el piloto ya sentía desde tiempo atrás. En 1964 ya corrió, en Montjuïc, con una Derbi 50, y unos meses más tarde llegaría su primera victoria en el campeonato de España, preludio de los éxitos mundiales que le esperaban. En 1967 ya fue segundo en un circuito en el que siempre se encontró muy a gusto (Assen, Holanda) y sus victorias en el campeonato de España no hicieron otra cosa que demostrar que su etapa de formación había concluido y ya estaba a punto de competir con la élite.

La historia deja muy claro que en 1969 y 1970 se proclamó campeón del mundo en 50cc después de las carreras de Yugoslavia e Italia, respectiva­mente, pero curiosamen­te su popularida­d era escasa. Todo cambió en 1971 en el circuito del Jarama, donde el zamorano se disputaba dos títulos. El de la categoría menor lo perdió por una caída en disputa con el holandés De Vries, lo que le provocó una herida de la que tuvo que ser atendido a la espera de los 125cc, prueba en la que también aspiraba a la victoria final junto al inglés Sheene. La tensión era evidente entre los pilotos y, lógicament­e, también en el público, que dudaba de la capacidad de verle levantar el trofeo. “Me cosieron la pierna en vivo”, explicaría después rememorand­o una secuencia que tuvo un desenlace feliz. Era su tercer Mundial, el primero en esa categoría, pero a partir de entonces el piloto no cesó de acaparar triunfos y protagonis­mo hasta convertirs­e en una leyenda española de las dos ruedas.

En 1986 se retiró (“algún día u otro toca hacerlo”, dijo), pero siguió siempre relacionad­o con el mundo del motociclis­mo.

JARAMA, 1971 Su popularida­d creció sin parar con el título ganado después de sufrir una caída en la carrera anterior

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