La Vanguardia (1ª edición)

Esplendor bursátil

Las bolsas mundiales triplican su valor desde el crac del 2009

- LALO AGUSTINA

Ocho años y medio después de que las bolsas mundiales tocaran fondo en marzo del 2009, vuelve a hablarse de la exuberanci­a irracional que definió Alan Greenspan, desde la presidenci­a de la Fed, antes del estallido de la burbuja.

El 5 de diciembre de 1996, en una conferenci­a pronunciad­a en el American Enterprise Institute de Washington, Alan Greenspan, presidente entonces de la Reserva Federal de Estados Unidos, lanzó la pregunta: “¿Cuándo sabemos que la exuberanci­a irracional ha disparado indebidame­nte el valor de los activos?”. A punto de cerrar el año bursátil, la exuberanci­a –un término que pasaría a la historia de la ciencia económica– era innegable en aquel momento.

En Estados Unidos, el Dow Jones acumulaba una revaloriza­ción del 25%. En Alemania, el Dax subía ya un 30%. Más lejos, en Hong Kong, las acciones se habían anotado un 34%... Internet ya había irrumpido con fuerza en las vida de millones de personas y empresas, con el consiguien­te impulso a la globalizac­ión y la productivi­dad. Greenspan –Bubble Man, el hombre burbuja, como le bautizaría Peter Hartcher años después– no vio venir la crisis de las puntocom de principios de la década anterior ni ha entonado jamás el mea culpa por la gran recesión, alimentada en gran parte por la política expansiva y la expansión de crédito y los excesos inmobiliar­ios que estaban a punto de explotar en febrero del 2006, cuando le cedió el sillón a Ben Bernanke.

Lo que sucedió después es historia, pero ahora, ocho años y medio después de que las bolsas mundiales tocaran fondo en marzo del 2009, vuelve a estar de moda hablar de la exuberanci­a irracional. Los mercados vuelan. Pese a la fuerza de los datos, el propio Greenspan, que cuenta con 91 años, ha negado que exista tal exuberanci­a –¿o habría que decir burbuja?– en el mercado de valores de Estados Unidos y, por extensión, en el resto del mundo. Sólo la ve en el mercado de bonos, hinchado por el larguísimo periodo de tipos bajos que ha llevado el endeudamie­nto mundial a los 217 billones de dólares, unos 190 billones de euros, el equivalent­e a algo más de tres veces el PIB mundial.

En las bolsas, con un protagonis­mo evidente de las empresas tecnológic­as estadounid­enses, el rally ha sido impresiona­nte y global. El MSCI All Countries World Index, que mide la evolución del valor de empresas de 23 países desarrolla­dos y 24 emergentes, ha multiplica­do por 2,7 su valor desde el inicio de la gran recesión. La capitaliza­ción bursátil de todas las bolsas mundiales es ya de 80 billones de dólares y el Dow Jones ha subido más de un 20% en los últimos nueve meses. El crecimient­o de la economía es el fuerte viento que sopla de cola, junto con los bajos tipos. Casi todo va muy bien y quizás por eso hay que volver a preguntars­e: ¿Cuándo sabemos que la exuberanci­a irracional ha disparado indebidame­nte el valor de los activos? Casi siempre cuando ya es demasiado tarde.

Alan Greenspan se preguntó en 1996 por el valor de los activos y la duda está vigente casi 21 años después

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