La Vanguardia (1ª edición)

Año I después del cheque

El fútbol entra en otra dimensión: el PSG somete al Barça a base de millones y provoca un debate moral

- JOAN JOSEP PALLÀS Barcelona

La siguiente conversaci­ón es real. Un aficionado del Barça le envía un mensaje a un viejo amigo donostiarr­a, hincha de la Real Sociedad:

–Nos roban a Neymar, así que os robamos a Iñigo (el central) –dice el primero.

–Correcto. Fútbol global. A toda velocidad hacia el desfilader­o. Menuda mierda –contesta el segundo.

–El fútbol está cambiando –afirma el culé, con voz resignada.

–Para un club de cantera como la Real es todo cada vez más difícil. Por cualquier medianía van a pagar 40 millones cuando a la Real le cuesta 15 años generarlo, en fin -se lamenta el vasco.

El seguidor del Barça se da cuenta de que sintoniza con el discurso de su amigo, y eso es nuevo porque el club azulgrana siempre ha sido un grande. ¿Qué ha sucedido? Pues que el PSG ha sometido al Barça como si fuera un modesto. Le ha quitado a un crack, le ha bañado en oro y se ha reído de él en las redes sociales. Algo está cambiando.

Quienes el año pasado se echaban las manos en la cabeza al conocer el traspaso de Pogba por más de 100 millones de euros no saben ahora qué hacer con ellas. Lo más lógico sería llevársela­s a la nariz y presionarl­as como si fueran una pinza de colgar ropa. 222 millones de euros por un futbolista. ¿Dónde iremos a parar?

Existe un discurso moralista al respecto. Razonable. Pero no tanto en boca de quienes ahora protestan más. Son entidades como el propio Barça, desconcert­ado por la jugada. Alineados por historia y método tradiciona­l con el Real Madrid, el Bayern de Múnich, el Juventus, el Manchester United... Son la vieja guardia del fútbol europeo, que ve amenazado su status por un nuevo modelo financiero que agranda hasta límites insospecha­dos la capacidad de crecimient­o de clubs hasta ahora secundario­s. Hablamos del PSG, pero también están el Manchester City y una colección de equipos deformados de repente como cuerpos de culturista­s hinchados por capital americano, ruso, chino y, sobre todo, procedente de países ricos en petróleo y gas de Oriente Medio, en especial qataríes y saudíes.

Es ahí donde sale a la superficie la contradicc­ión. El dinero exótico, el qatarí por ejemplo, había sido bienvenido hasta ahora, también por el Barça a través de contratos de patrocinio, así que renegar ahora de él porque insufla millones al por mayor al enemigo no resulta tan convincent­e como debería. Desprender­se de alianzas con el mal no resulta tan fácil. Y deja daños colaterale­s. Venganzas.

Además, lo que para unos es indecente para otros es moralmente aceptado con naturalida­d. Detengámon­os en París, la ciudad elegida por Naser al Jelaifi, amo del PSG, presidente de Bein Sports (Al Jazeera) y una las cien fortunas del mundo, para montar su juguete futbolísti­co. La capital francesa, principal sede de la industria de los productos de lujo (el dato tiene represiden­te levancia), lleva tiempo absorbiend­o dinero qatarí. Hoteles de cinco estrellas, edificios emblemátic­os en los Campos Elíseos... por no hablar de los rumores que van y vienen sobre la posibilida­d de que el Ayuntamien­to acceda a venderles el mismísimo Parque de los Príncipes. Esta semana, curiosamen­te el mismo día en que se hacía efectivo a través de un cheque el abono de la cláusula de rescisión de Neymar, el de la república, Emmanuel Macron, y Al Jelaifi departían amigableme­nte ante los medios. La alianza geopolític­a entre ambos países, tan lejanos en todo, hace tiempo que dura.

Está bien que Javier Tebas, falangista en su juventud, ataque por inmoral el fichaje de Neymar. De hecho, no le falta razón cuando denuncia que supone una competenci­a desleal porque una cosa es el dinero que genera la industria del fútbol y otra muy distinta que algunos estados (poco democrátic­os) sean, a través de supuestos patrocinio­s, la fuente principal de algunos clubs, pero su pataleta tiene la musculatur­a de un bebé. Incluso la UEFA, que amenaza con sancionar a los clubs que se salten el fair play financiero, lo tienen difícil porque la ingeniería económica permite mil y una salidas, y porque detrás del PSG está ahora mismo, el establishm­ent francés. Castigar al Málaga es fácil. Castigar al PSG, pues no tanto.

El fútbol ha cambiado. Jugadores como Neymar son marcas, arrastran séquitos que viven de él como parásitos (los protagonis­tas de la serie Entourage parecen mo- naguillos al lado de los toiss), sueltan frivolidad­es en las redes sociales, cuentan con grupos de abogados con el look de Don Draper y se van con quien más paga (no hay problema) aunque dicen seguir el consejo de Dios (va hombre va).

Todo está en venta. Desde el canterano de la Real hasta el crack del Barça En el fútbol siempre mandaron los ricos. Lo que pasa es que ahora vienen otros.

 ?? PHILIPPE WOJAZER / AFP ?? El propietari­o del PSG, Naser al Jelaifi, charlando con el presidente francés, Emmanuel Macron, esta semana
PHILIPPE WOJAZER / AFP El propietari­o del PSG, Naser al Jelaifi, charlando con el presidente francés, Emmanuel Macron, esta semana
 ?? PHILIPPE LOPEZ / AFP ?? Los toiss, ayer del Barça, hoy del PSG
PHILIPPE LOPEZ / AFP Los toiss, ayer del Barça, hoy del PSG
 ?? CHRISTOPHE PETIT TESSON / EFE ?? Más dinero y el dorsal 10, los deseos de Ney
CHRISTOPHE PETIT TESSON / EFE Más dinero y el dorsal 10, los deseos de Ney
 ?? QUIQUE GARCÍA / EFE ?? Agentes de Neymar portando el cheque
QUIQUE GARCÍA / EFE Agentes de Neymar portando el cheque

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain