Patente y marca, las otras opciones
Los activos inmateriales gozan de varios tipos de protección. El secreto comercial sólo es una de las opciones. A diferencia de una patente industrial o de una marca, el secreto no precisa registrarse, ni pagar tasas. Asimismo, hasta que se mantenga oculto, la duración de su exclusividad no tiene límites temporales y es efectiva desde el minuto uno. Además, cuando entre en vigor la directiva, la protección será en toda la UE. No obstante, una patente (y a su manera también el derecho de autor y las marcas) permiten una defensa más eficaz contra las copias ilegales durante el plazo acordado por la ley, si el activo cumple con los requisitos de novedad, originalidad y viabilidad comercial con la inscripción en el registro. Por ello, Cristina Duch, de Baker McKenzie, considera que el secreto industrial debe ser “un complemento” y un “plus de refuerzo”, pero que nunca debería sustituir los otros derechos de exclusividad más consolidados que proporciona la ley.