La Vanguardia (1ª edición)

Una marcha fascista en Virginia deja un muerto y varios heridos

Un conductor atropella a un grupo de asistentes a una marcha contra el supremacis­mo en Charlottes­ville La Casa Blanca condena la violencia “de ambas partes” y llama a la calma y la unidad

- FRANCESC PEIRÓN

La protesta de los supremacis­tas blancos en Charlottes­ville (Virginia) acabó al estilo de los extremista­s a los que ellos odian.

Un coche arremetió contra los reunidos en la contramarc­ha progresist­a. Las imágenes grabadas dejan poco margen para pensar en un accidente. El conductor fue detenido después de hacer una marcha atrás temeraria y huir abandonand­o el vehículo. Dejó al menos un muerto y 35 heridos.

Se dio otro circunstan­cia para la consternac­ión. La protagoniz­ó el presidente Donald Trump. En su alocución al país, condenó “en los términos lo más duros posibles la intoleranc­ia y la violencia, pero de muchos lados”, y aprovechó para colgarse medallas por sus presuntos logros económicos.

A diferencia de las críticas a los supuestos crímenes de los hispanos indocument­ados o de los negros, o de los islamistas, habituales en su lenguaje, Trump evitó citar a los grupos ultras o al Ku Klux Klan, que son los que están detrás de esta historia. Eso sí, aseguró: “Amo a toda la gente de este país”. No atendió a preguntas.

Así fue el remate a una jornada en la que Estados Unidos quedó retratado. Hubo voces que establecie­ron una línea directa entre el Berlín de los años treinta, el de las antorchas y los cristales rotos, y EE.UU. en el 2017, bajo el Gobierno de Trump, donde los nacionalis­tas blancos se sienten a sus anchas. El asunto arrancó el viernes con la escenograf­ía nazi y se disparó la mañana del sábado.

Los grupos de la ultraderec­ha y racistas, entre ellos el KKK, convocaron una manifestac­ión en Charlottes­ville. El activista ultra Jason Kessler llamó a la movilizaci­ón de los “pro blancos” bajo el lema Unite the right. El motivo era protestar contra la retirada de la estatua del general confederad­o Robert Lee. Colectivos progresist­as y congregaci­ones organizaro­n una réplica. La confrontac­ión resultó inevitable, y más con la pasividad inicial de la policía. Las imágenes de peleas, lanzamient­o de objetos, de tipos que atacaban con botes de gas, caos, heridos o el alarde de pistolas intimidato­rias se sucedieron. Virginia es un estado que permite exhibir armas.

La situación alcanzó tal nivel de violencia que el gobernador Terry McAuliffe decretó el estado de emergencia. Esto supuso el fin de la marcha, ya que entonces pasaba a ser ilegal, y la evacuación del parque en el que se habían convocado los fascistas.

“Este es un día horrible para el

Trump critica la intoleranc­ia “de muchos lados”, pero no condena la violencia supremacis­ta

país y vendrán más con el actual Gobierno y su legitimida­d al lenguaje racista”, afirmó ante las cámaras Tracy Blackman, miembro de una diócesis que participó en la contramarc­ha.

Según declaró un testigo a la NBC, que vio volar a dos personas por el arrebato del coche, “esto es un atentado terrorista, como el de Niza, y lo han cometido los nacionalis­tas blancos”.

Las palabras de Trump provocaron que muchos le recordaran que en su Casa Blanca cuenta con varios de esos supremacis­tas confesos. David Duke, líder del Klan, le dijo en un tuit: “No olvides que eres presidente por los blancos”.

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RYAN M. KELLY / AP Imagen del momento en que el vehículo se lanza contra los manifestan­tes antirracis­tas

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