La Vanguardia (1ª edición)

Carlos Acosta

BAILARÍN

- MARICEL CHAVARRÍA Barcelona

La estrella del Royal Ballet londinense Carlos Acosta (44) está decidido a barrer fronteras entre su Cuba natal y el resto del mundo con la flamante compañía de danza que ha creado. Esta semana la presenta en el festival de Peralada.

Ha ejercido durante dos décadas de rutilante estrella del Royal Ballet de Londres. Hasta que el año pasado colgó las zapatillas y fundó su propia compañía con bailarines de su país. Ese país es Cuba, donde Carlos Acosta (La Habana, 1973) quiere apostar por el aperturism­o y la nueva creación. De ello dará cuenta el jueves próximo en la clausura del Festival de Peralada (22.00 h) que acoge la presentaci­ón de Acosta Danza en España. El programa es ya en sí una declaració­n de intencione­s, con siete piezas que incluyen incunables cubanos o encargos a coreógrafo­s internacio­nales, además de un par de aparicione­s estelares de Acosta: en el solo Memoria, con música electrónic­a del mexicano Murcof, y en Two, creada en el 2004 por Russell Muliphant para Sylvie Guillem. Conversamo­s con el artista al teléfono desde Somerset, en la campiña inglesa, donde reside con su mujer y sus tres hijas –“la vida de padre es el carajo”, dice oyendo a una llorar–, aunque lo suyo es ahora un constante ir y venir de Cuba. O “nación cubana”, la de Castro.

Entre las misiones que se ha fijado está la de dar a conocer el trabajo de coreógrafo­s cubanos.

Sí, pero se trata también de llevar el mundo a la nación cubana y utilizar toda mi experienci­a y contactos para crear algo distinto allí. Dar una pauta de futuro, pues las dos grandes compañías, el Ballet Nacional y Danza Contemporá­nea de Cuba tienen dos estilos diferencia­dos. Lo mío es algo intermedio, un cruce desde el repertorio clásico hasta el contemporá­neo. Y me gustaría incorporar hip hop, flamenco, tango, moderna... educar para crear bailarines del siglo XXI, los que son capaces de moverse en todas las exigencias a un gran nivel. Otra de la propuestas es ayudar a la nación cubana, porque el repertorio ha estado mucho tiempo estancado allí y se ha hecho imposible ver cosas distintas, novedosas, como por ejemplo, Sidi Larbi Cherkaoui, de quien interpreta­mos Faun, o Goyo Montero, o Maria Rovira, que es conocida en Cuba. No solo compartir el talento de jóvenes de la compañía, como Raúl Reinoso o Ely Regina, sino traer a Cuba el mundo.

Pero los suyos no son bailarines del mundo, son cubanos.

Lamentable­mente no nos podemos permitir bailarines de fuera por razones de salario; somos una compañía pequeña con un subsidio del Gobierno y algunos promotores y amigos que yo he cultivado. Pero se trata de que los bailarines cubanos tengan la oportunida­d de trabajar con coreógrafo­s mundiales y de que se estrenen en Cuba esas piezas. Imagínese: Manon de MacMillan la vieron los cubanos ¡en el 2009! Las propuestas coreográfi­cas se han estancado. Ashton, MacMillan, muy poco Balanchine, y del contemporá­neo ya no hablemos. Quiero traer una propuesta fresca educativa para la audiencia nacional. Y para la internacio­nal, ofrezco una compañía auténtica, ecléctica pero partiendo de un punto cubano. Porque yo a los bailarines les aliento a que se inspiren en la isla, su cultura, su literatura, sus ritmos, y que hagan así la compañía algo distinta a las demás.

¿Le costó lograr apoyo del Gobierno cubano?

Han visto claro que tengo mucho que aportar a la nación. Mi corazón siempre ha estado en Cuba, reconozco el talento y las posibilida­des que da, porque he sido un muchacho de ámbito pobre y tuve la posibilida­d de estudiar gratuitame­nte. Quiero seguir con eso. Lo siento una responsabi­lidad y así se lo planteé a los ministros. Que surja una compañía de danza es una victoria para la raza humana, porque el arte unifica y hoy es necesario, y así se lo planteé. Y me han dado todo el apoyo.

Su paso por el Ballet Nacional de Cuba fue muy corto, partió rápidament­e a bailar con el Houston Ballet, en 1993. ¿En qué contexto político fue eso? ¿Por qué nunca fue un exiliado?

Yo jamás he abandonado Cuba. Mucha gente ha de abandonar y después audiociona­r en el extranjero, pero en mi caso viajaron hasta Cuba para contratarm­e y la directora me dio permiso especial. Tuve esa suerte. Sucedía en una época de la historia de Cuba muy complicada, terrible, con veinte horas sin luz, sin comida... Cuba se quedó sola. Pero la carrera de un bailarín es global: para llegar a lo más alto ha de ver lo que hacen los rusos, los americanos, los franceses... y ha de estar en esas capitales, no puedes bailar en el closed [armario] de tu casa donde nadie te ve. Es lo que hizo grande el mito de Alicia Alonso, que cultivó el mundo entero. Yo a Cuba volví a bailar, regresé y regresé por un convenio. Nunca abandoné Cuba. Soy una gente muy nostálgica, me gusta recordar mis barrios, de donde vengo, es importante, porque en el maquillaje de la gloria te puedes perder, y al final la vida pasa.

¿Nostalgia también de su infancia, cuando bailaba break dance?

Era un mundo muy marginal. Los muchachos que bailaban no iban a la escuela, muchos se fueron en balsa. Pero mi papá tuvo una visión, nada bueno iba a salir de ese mundo, y como yo vivía en la periferia meterme en la escuela de ballet era llevarme a otra zona, tener otras compañías, respirar otro aire. No me consultó, me obligó en contra de mi voluntad a estudiar ballet. Eso era terrible. Imagínate, me convertí en la Alicia Alonso del barrio, llegaba con los ojos morados por las peleas. Tardó cuatro años en gustarme. A los 13 vi a profesiona­les del Ballet Nacional saltar, agarrar a las chicas con una mano, era atlético.

“Que surja una compañía de danza es una victoria para la raza humana”

Pero al final su hogar fue Inglaterra. Defina su carrera allí.

Fue algo meteórico pero gradual, porque nunca se había visto un Romeo negro en el Covent Garden, ni un príncipe negro. Llegué con 25 años, vieron mi potencial y firmé como primer bailarín. Pero no sabían dónde ponerme... de momento me dieron La fille mal gardée, Raymonda... Estaba acostumbra­do a sobrevivir y a endurecer, tenía que ser paciente y perseveran­te. Y llegó mi turno. Empecé a ganar fama y a cultivar otras ramas, como la coreografí­a, produccion­es propias, escritura; mi autobiogra­fía fue bien acogida y luego hice un libro de ficción. Y empecé a cultivar el arte... hasta ahora. Es un milagro: mi primer libro me lo leí a los 25 años, nadie me dijo cuál era el camino. En un mundo eminenteme­nte blanco al final llegué a la cima. Y no sólo en Inglaterra: hubo un momento en que bailaba con las mejores compañías del mundo. Fui el Espartaco por excelencia del Bolshoi, repertorio que sólo hacían rusos, y lo mismo en el Mariinsky cuando me invitaron a hacer Scheheraza­de con Lopatkina en Valencia, con Gergiev de director. Cosas que poca gente ha logrado en Cuba.

“Es un milagro, mi primer libro me lo leí a los 25 y en un mundo de blancos llegué a la cima”

 ??  ??
 ?? MANUEL VASON ?? Imagen promociona­l de la veintena de bailarines cubanos que forman Acosta Danza, la compañía que ha fundado la estrella del ballet al colgar las zapatillas en el Covent Garden
MANUEL VASON Imagen promociona­l de la veintena de bailarines cubanos que forman Acosta Danza, la compañía que ha fundado la estrella del ballet al colgar las zapatillas en el Covent Garden
 ?? ANDREJ USPENSKI/ SADLER'S WELLS ?? Carlos Acosta
ANDREJ USPENSKI/ SADLER'S WELLS Carlos Acosta

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain