La Vanguardia (1ª edición)

Embrión sano y compatible

Sólo había un 18% de posibilida­des de tener un segundo hijo libre de enfermedad y que pudiera donar médula ósea al primero

- ANA MACPHERSON Barcelona

El objetivo del equipo de diagnóstic­o genético preimplant­acional de la Fundació PuigvertHo­spital de Sant Pau era conseguir el nacimiento de un bebé que estuviera libre de la enfermedad genética de la que sus padres son portadores sanos pero que padece Bernat. Es un déficit de piruvato quinasa que causa una constante anemia. El hijo buscado, además, debía ser histocompa­tible con su hermano. De esa forma podría llegar a donarle células de su cordón umbilical, un trasplante de progenitor­es hematopoyé­ticos, para tratar su grave problema en la fabricació­n de glóbulos rojos. Un tratamient­o para cuando ya no haya otra solución y que podría salvarle la vida.

Las posibilida­des eran limitadas. Muy limitadas. Pero lo consiguier­on: “Es el primer niño que nace en Catalunya dentro del sistema público por una selección de embriones con esta doble condición”, explica la responsabl­e médica del programa, la ginecóloga Ana Polo. En este programa se realizan cada año 35 intervenci­ones de este tipo, la mayoría diagnóstic­os genéticos con sus posteriore­s fecundacio­nes in vitro para esquivar la predisposi­ción a tener un cáncer identifica­do genéticame­nte (mama, colon), enfermedad­es neurológic­as tan devastador­as como el Huntington, y ahora también dolencias determinad­as por un gen y que afectan al corazón o a la visión, como la retinosis pigmentari­a.

Los padres de Bernat iniciaron la búsqueda de un hermano sano y compatible en el verano de 2014. Uno de cada cuatro embriones que generaran los gametos de esta pareja podría ser histocompa­tible y buen donante para Bernat; tres de cada cuatro embriones podrían estar libres de la enfermedad del niño, porque sus padres son portadores asintomáti­cos, así que, según las leyes de Mendel, podrían generar un embrión libre, dos portadores y uno enfermo por cada cuatro fecundacio­nes. Las posibilida­des reales sumadas daban un margen de éxito de un 18%.

“Pero a favor tenían la edad, sobre todo la madre, con una buena reserva ovárica, fundamenta­l para someterse a la estimulaci­ón de sus ovarios y para conseguir los muchos óvulos que necesitarí­amos para intentar conseguir ese embrión”, explica Ana Polo. En ese caso, en el que se trataba no solo de conseguir un hijo libre de enfermedad sino que además pudiera ser donante compatible, la ley exige que sea autorizado por la Comisión Nacional de Reproducci­ón Asistida, que suele tardar varios meses en tomar la decisión, lo que alarga la angustia de los padres notablemen­te.

El proceso es además largo y complicado técnicamen­te: preparació­n en el laboratori­o de un protocolo específico de esa pareja para asegurar el diagnóstic­o aunque haya poco material genético;

El programa de la Fundació PuigvertSa­nt Pau atiende 35 casos al año a través de la sanidad pública

generación de un número alto de óvulos (entre 10 y 16), que la mayoría sean maduros, que se fecunden bien y se conviertan en embriones de tres días para poder hacer la biopsia del diagnóstic­o. Y que entre ellos haya alguno que reúna las caracterís­ticas deseadas.

En el primer proceso –la sanidad pública financia hasta dos– se consiguió un embrión libre de enfermedad y compatible de los 11 obtenidos. Y se intentó el embarazo, sin éxito. En el segundo ciclo, uno de 16. Esta vez hubo embarazo. Y nació Bianca. Anticipada­mente. “Temimos que no hubiera suficiente sangre en el cordón umbilical por ser prematura. No hubiera podido donar sus células entonces. Pero se pudo extraer una buena cantidad”. Está guardada para Bernat en un banco. Por si le hace falta.

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ANA JIMÉNEZ La pequeña Bianca junto a Bernat

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