La Vanguardia (1ª edición)

De lo cotidiano a lo sublime

Los faros, antes manejados por los fareros, siguen acaparando las visitas de los turistas

- BÀRBARA JULBE Tossa de Mar

Situados al límite de la tierra, su luz irradia a kilómetros de distancia y son un punto de referencia de navegantes. La tecnología ha transforma­do su sistema de emisión, el farero y su familia ya no viven en estas instalacio­nes -excepto en Palamós- ni los visitantes escriben sus comentario­s en el emblemátic­o libro de visitas, pero estas infraestru­cturas, que apareciero­n a mediados del siglo XIX, siguen en el punto de mira como cita ineludible de los turistas por sus bellas panorámica­s y, no sólo eso, también se han reinventad­o como espacios culturales o de celebracio­nes.

Vivir en el faro era una experienci­a singular. El hospedante, un funcionari­o público del cuerpo de faroneros del Estado, tenía que lidiar con un cierto aislamient­o y con los curiosos que se acercaban para conocer el funcionami­ento técnico del aparato. En sus inicios, el faro, símbolo de progreso, cautivaba por su misterio.

¿Cómo podía ser que su luz llegara tan lejos?, se preguntaba la gente. El secreto quedaba resuelto tras su paso por la sala de máquinas. Pero la masificaci­ón del turismo en los años sesenta convirtió estas visitas en imposibles y tuvieron que regularse en grupos reducidos a criterio del farero. Más adelante, incluso se abolieron.

La fascinació­n que despertaba el atractivo del lugar quedaba materializ­ado en el libro de visitas, donde estos visitantes, de toda índole (religiosos, políticos, músicos, militares, actores, escolares, universita­rios, extranjero­s, entre otros), escribían sus reflexione­s. Múltiples evocacione­s recogidas por el archivero de Tossa de Mar, David Moré, en el libro El sublim i el quotidià dels fars de Catalunya. Paisatge, tècnica, cultura i societat a partir dels àlbums de visites, que permite echar la vista atrás para conocer de primera mano quien pisó las instalacio­nes, qué sensacione­s tenía y cuál era el contenido que escribía de acuerdo con la actualidad del momento.

Entre los personajes más famosos que dejaron testimonio de su paso por distintos faros está Dalí; el matrimonio Churchill; Onassis; el presidente de Uruguay, Julio María Sanguinett­i; el actor Kirk Douglas o la prestigios­a maestra y pedagoga Rosa Sensat. Las expresione­s más compartida­s eran “magnífico, sublime e indescript­ible”, pero había otras en el que el faro aparecía como elemento protector o despertaba sentimient­os amorosos entre las personas.

Hasta 1850 sólo formaban parte del paisaje catalán los faros de Barcelona, Tarragona y Salou, y posteriorm­ente vinieron otros, como el del Llobregat, Cap de Creus, Sant Sebastià o Port de la Selva. El de Tossa es el más reciente de la provincia de Girona. Creado en 1917, celebra este año su centenario. Según Rosa Sureda, técnica de Cultura del Ayuntamien­to de Tossa , el faro “alcanza las 10.000 visitas anuales, aunque en todo el recinto se llega a las 30.000 personas”. El de Sant Sebastià, en el municipio de Palafrugel­l, que inauguró hace un mes el nuevo espacio de interpreta­ción del faro y por el cual ya han pasado cerca de 4.000 personas, recibe anualmente unos 40.000 visitantes. Y el de Cap de Creus cuenta con 300 visitas diarias en época veraniega.

“Siguen siendo símbolos de los pueblos donde se erigen”, señala Santi Otero, director de auditoría y responsabl­e institucio­nal de los faros del Port de Barcelona, quien añade que “la tecnología, la automatiza­ción de los faros, ha permitido en los últimos años que el faro, que precisaba de la presencia de un farero y en muchos casos dos, que vivían con sus familias, actualment­e no necesite esta presencia permanente, ya que son controlado­s desde la distancia, en este caso desde el Port de Barcelona”.

Los nuevos usos, como bodas y conciertos, han relanzado estos faros que ya de por sí son concurrido­s. Vivencias que ahora se teclean en una pantalla y que los visitantes siguen guardando en su memoria. Para Moré, que de pequeño vivió temporadas en el faro de Tossa porque su abuelo era el farero, explica que recuerda como “el sonido rotatorio del aparato me acompañaba a la hora de coger el sueño”. “Los faros son mucho más que luz”, afirma.

El faro de Sant Sebastià, ubicado en Palafrugel­l, recibe cada año unos 40.000 visitantes

 ?? COLECCIÓN DAVID MORÉ ?? Barcelona Una visitante del puerto de Barcelona, al lado un pescador faenando atentament­e, con el faro del dique de levante al fondo de la imagen, tomada en los años treinta
COLECCIÓN DAVID MORÉ Barcelona Una visitante del puerto de Barcelona, al lado un pescador faenando atentament­e, con el faro del dique de levante al fondo de la imagen, tomada en los años treinta
 ?? PERE DURAN / NORD MEDIA ?? Tossa de Mar Postal del faro de Tossa, de Lucien Roisin, en el año 1918. La instalació­n, creada en 1917, la más reciente de la provincia de Girona, conmemora este año su centenario
PERE DURAN / NORD MEDIA Tossa de Mar Postal del faro de Tossa, de Lucien Roisin, en el año 1918. La instalació­n, creada en 1917, la más reciente de la provincia de Girona, conmemora este año su centenario
 ?? LUCIEN ROISIN.COLECCIÓN DAVID MORÉ ?? Cap de Creus El faro de cabo de Creus, en el municipio de Cadaqués, cuenta con unas 300 visitas diarias en época veraniega y es el que está situado más al oriente de la península Ibérica
LUCIEN ROISIN.COLECCIÓN DAVID MORÉ Cap de Creus El faro de cabo de Creus, en el municipio de Cadaqués, cuenta con unas 300 visitas diarias en época veraniega y es el que está situado más al oriente de la península Ibérica

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