Un presidente único
Estas palabras quieren ser un homenaje a un gran hombre, un hombre excepcional, que llegó a la presidencia de la Fundació Gala-Salvador Dalí en el año 1991. Fue el segundo presidente, después del mismo Salvador Dalí. Tenía un reto difícil: proyectar la institución a nivel mundial y al mismo tiempo saber mantener la esencia para la cual fue creada.
Ramon Boixadós i Malé era un hombre de gran formación, ilustrado, fuerte, de convicción, pero con un gran corazón, que desde la más pura racionalidad del ingeniero supo captar la complejidad y la riqueza del mundo del arte.
Situó internacionalmente, tanto a nivel de gestión económica como artística la fundación y lo hizo tanto desde el trabajo ingente y metódico como desde la pasión. No había días, ni horarios, las llamadas con el equipo eran constantes y a todo hora. Una dinámica derivada del entusiasmo que contagiaba en todos sus proyectos: desde las grandes operaciones, a veces muy complejas, como las adquisiciones de obra y nuevos espacios, o conseguir el más alto reconocimiento de las instituciones más destacadas en el mundo del arte y la museología. Pero sin olvidar la cotidianidad más prosaica pero tan necesaria como saber el número de visitantes o el estado de salud de todo el mundo.
Desde el primer momento, marcó en su equipo los objetivos a seguir, y nos enseñó a luchar por conseguirlos y a abrir nuevos caminos, no dar nada por hecho ni sabido. Como directora de los Museus Dalí puedo hablar de las exposiciones nacionales e internacionales, las obras adquiridas desde la Apoteosis del dólar , la colección de joyas, hasta óleos surrealistas tan destacados como Elements enigmàtics en un paissatje o El carretó fantasma, que han enriquecido notablemente la colección; de la apertura de las casas de Portlligat y el castillo de Púbol; la adquisición y rehabilitación del edificio que hospeda el Dalí.Joies; la consolidación del concepto triángulo daliniano; la publicación de las obras completas de Salvador Dalí; la celebración del centenario del nacimiento del artista, en el 2004; la publicación de obras de investigación y catálogos de exposición tanto de la fundación como externas, la apuesta por el mundo audiovisual y las nuevas tecnologías.
Lo recuerdo desde el primer día en su despacho, austero, primero serio, después hablando con entusiasmo, con una capacidad de trabajo enorme, con una curiosidad infinita, y siempre muy próximo. Próximo a su equipo y a todo el personal de la fundación. Y al día a día de los museos. Se interesaba por todo. No ejercía una gestión sólo de despacho, tocaba la realidad, y al mismo tiempo tenía reuniones a alto nivel con directores y presidentes de los grandes museos del mundo, que acababan admirando su personalidad y su ironía empordanesofiguerenca. Visitaba a menudo los museos, disfrutaba y les hacía disfrutar: no perdía ocasión de enseñar él mismo la obra de Dalí, contagiando su conocimiento y admiración por el mundo daliniano.
Lo echaremos de menos. Y también a Antoni Pitxot. Su ejemplo y su manera de hacer serán un referente fundamental para los proyectos nuevos de la fundación. La sólida base que construyeron nos garantizan un gran futuro.