Salsa y duende en el castillo
Diego el Cigala presentó ayer por la noche ‘Indestructible’ en Peralada
Corría el año 2003 cuando el cantaor Diego Salazar, más conocido como el Cigala, alcanzó gran popularidad gracias a un viejo y precioso bolero, Lágrimas negras, tema que grabó junto al legendario pianista cubano Bebo Valdés, desaparecido en el 2013. Aquella interpretación arrebató a flamencos, amantes de la música latina, y amplias capas de público generalista. Todo ello le reportó gran fama internacional y una impactante estela de reconocimientos, premio Grammy incluido.
Ayer por la noche, Diego el Cigala ocupó el cartel del Festival Castell de Peralada presentando su disco Indestructible, publicado a finales del 2016, en el que propone una interesante visión sobre el fértil universo de la salsa. El músico madrileño actuó en el Empordà ante unos 1.700 espectadores acompañado de una rotunda banda de diez elementos, entre los que destacaba por sus buenas artes al piano nuestro Jaume Calabuch, Yumitus.
Diego el Cigala compareció vestido con traje negro, camisa blanca y un llamativo pañuelo rojo en el bolsillo superior de la chaqueta. Empezó su recorrido interpretando el tema de Luigi Texidor Nací moreno, sentado en el taburete que ocupaba el centro del escenario, y haciendo palmas.
Tras las sutilezas de Si te contara ,se dirigió al público por primera vez. Entre trago y trago del brebaje anaranjado del que no se despegaría en toda la noche, expresó su alegría por estar en Peralada, y deseó a todos los presentes un “que Dios les guarde y les bendiga”, que el público agradeció con aplausos.
A renglón seguido, atacó el soberbio Amar y vivir de Consuelo Velázquez –con celebradas expansiones de metales y tecla–, para más tarde pisar el acelerador con Juanito Alimaña, trepidante estampa urbana que debemos al talento de Héctor Lavoe.
Gitano sabrosón, el Cigala edificó este sábado una nueva noche para el recuerdo a su paso por Peralada, festival en el que debutó en el 2009 junto al guitarrista Tomatito.