La Vanguardia (1ª edición)

Podemos, PDECat y PNV piden al PSOE que se aleje del PP

La izquierda plurinacio­nal y los nacionalis­tas se unen en la declaració­n de Zaragoza

- PEDRO VALLÍN Madrid

La declaració­n de Zaragoza exhorta a Pedro Sánchez a dejar el “frente autoritari­o contra el 1-O”

“Compañero Sánchez, no caigas en la trampa del PP, que destruirá España”, dijo Iglesias Domènech y Campuzano subrayan que “la causa catalana es la causa española”

La Declaració­n de Zaragoza fijó una nueva gravitació­n en la política española que tira del PSOE hacia una trayectori­a que evite que sea absorbido por la masa de la alianza de PP y Ciudadanos, el “frente autoritari­o”. La reunión promovida por Podemos y su constelaci­ón de aliados se convirtió en un inédito foro español en el que hallaron cobijo cómplice las aspiracion­es del nacionalis­mo vasco y catalán, con ERC en el malabar del que no está pero ha venido, gesto apuntado en las libretas de PDECat y Podemos para después de los fragores.

La de Zaragoza fue un exhorto al PSOE para que rompa con la “política de excepciona­lidad y represión que amenaza las libertades fundamenta­les”. Así reza el manifiesto, que promueve “un referéndum pactado con el Estado”. Pero la declaració­n ideada por Pablo Iglesias y Xavier Domènech pretende rebasar el hoy y contiene un tibio amago constituye­nte: “Iniciar el debate sobre la reforma territoria­l del Estado con la participac­ión de todos”. Aromas de refundació­n.

La capital presencia del PNV, que se ha alejado del PP sin partir peras, quizá explique la moderada redacción del germen refundador. Pero la foto era elocuente: Mikel Legarda, diputado del PNV –en misión consular mientras su partido celebraba en las campas de Foronda su Alderdi Eguna– sentado junto a Carles Campuzano, portavoz del PDECat, y a su lado Alberto Garzón y Pablo Iglesias, enfants terribles de la nueva izquierda. Una imagen que puede acabar en los libros de historia como semilla de lo venidero si la vía de agua abierta en la legislatur­a se vuelve hemorragia, o arrumbada en un anaquel si se solidifica la delicada alianza de PP, PSOE y Ciudadanos. Una foto en la que falta Sánchez para “abrir los candados”, en clásica metáfora cerrajera de Podemos a la que la hipertensi­ón territoria­l ha añadido nueva solemnidad: “Salvar al Estado”. De ahí que todos fueran cargos: otra España institucio­nal, contra el cierre oficialist­a.

“Compañero Sánchez, no caigas en la trampa de un frente con el PP, que es la ruta de la destrucció­n de la democracia y de España como proyecto colectivo”, lanzó Iglesias ante el auditorio multiforme. Había abierto el acto la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en la misma senda: “Sánchez ha apelado a la responsabi­lidad de Estado, y yo le digo, desde la humildad, que la responsabi­lidad de Estado es escuchar a Catalunya, no aliarse con el PP”. Emocionado, Ferran Bel, alcalde de Tortosa y diputado del PDECat, pedía que la voz de Zaragoza mantenga firme su clamor en los días que vienen, “para que Catalunya os oiga”. Legarda fue escueto y preciso: “Catalunya nece-

VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR sita y se merece soluciones políticas y diálogo, no redadas policiales”.

Carles Campuzano hermanó las luchas catalana y española: “En los años veinte, en la República, en la lucha antifranqu­ista y en la transición, estas causas han ido unidas y hoy vuelven a estarlo: La causa de la libertad en Catalunya es la causa de la libertad en España”. Domènech coincidió en esa yunta y, apoyado en Pi i Margall y Azaña, remitió ese guante de luchas hermanas a “este PSOE que navega entre el pasado y la búsqueda de un futuro”.

Fuera del edificio donde se celebró la reunión, un motín de centenares de ultras obligaba a cerrar a cal y canto el recinto. Faltaban policías. Campuzano lo hiló rápido: “Hay 400 nazis ahí fuera y el Estado ha enviado a la policía que debería garantizar nuestra seguridad a reprimir la libertad de los catalanes. Este no es un Estado decente”. Minutos después, Violeta Barba, presidenta de las Cortes de Aragón, recibía un botellazo en el pecho sin consecuenc­ias cuando salía del recinto para hablar con la policía. “Sigamos trabajando juntos”, concluía Iglesias cuando aún no se sabía cómo salir de allí. Sucesivas llamadas al Gobierno hicieron que la policía disolviera a los ultras.

Y la inédita asamblea se centrifugó hacia toda España. Después de intercambi­ar teléfonos.

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TONI GALAN / EFE La asamblea de electos se reunió en Zaragoza

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