Crece la extrema derecha en Alemania
EL avance de la extrema derecha en Alemania, que entrará en el Parlamento (Bundestag) por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, es un dato muy negativo que ensombrece la merecida victoria de Angela Merkel en las elecciones generales celebradas ayer. El partido Alternativa para Alemania, que ha obtenido un 13% de los votos, se configura como la tercera fuerza política del país, en lo que constituye un auténtico shock político y social. Este partido racista, xenófobo y contrario al euro se ha beneficiado, fundamentalmente, del descontento de una parte del electorado germano con respecto a la decisión de hace dos años de la canciller alemana de acoger a un millón de refugiados en su país.
Estaba ya descontado que Merkel consolidaría su cuarta victoria consecutiva al frente del partido conservador. Después de doce años de gobierno ha conseguido revalidar el apoyo global a su buena gestión. Pero lo ha hecho con apenas el 33% de los votos, el respaldo más bajo recibido hasta ahora. El descalabro sufrido por su principal rival, el socialdemócrata Martin Schulz, que ha obtenido el peor resultado para su partido desde 1945, con apenas el 20% de los votos, no le ha servido a la líder conservadora para ganar posiciones. Al igual que ha sucedido ya en otros países europeos, el electorado se ha escorado esta vez hacia los partidos más extremistas, tanto de derecha como de izquierda, con cerca de una cuarta parte del escrutinio total. A los votos logrados por la extrema derecha se suma el 9% de respaldo obtenido por Die Linke, el partido de la izquierda radical.
El panorama político germano está hoy más complicado que antes. De entrada los socialdemócratas, vistos los malos resultados obtenidos, ya han anunciado que no volverána formar gobierno de coalición con los conservador es y que pasan a ejercer de oposición, en una cura de humildad que les obligará a revisar muchos de sus planteamientos. Merkel no tendrá otro remedio, ante esa situación, que intentar formar gobierno con los liberales del FPD, que han obtenido un 10% de los votos, y con los Verdes (9%), en lo que será una difícil negociación, que puede prolongarse hasta finales de año. Las enormes diferencias programáticas de estos dos partidos dificultará el margen de maniobra de Merkel, tanto en política interior como europea.
Pero la canciller alemana se ha manifestado especialmente preocupada, en sus primeras declaraciones, por el gran avance de la extrema derecha, que califica como un gran desafío para el país y para su partido. Ha prometido reconquistar los votos que ha perdido su formación, lo que presumiblemente hará virar a los conservadores más a la derecha, como se le exige desde sus propias filas.