La Vanguardia (1ª edición)

Es deporte pero integrador

- Joaquín Luna

A juzgar por el programa de actos, la Mercè es de las que no pisan un gimnasio, pasan del deporte competitiv­o y ni siquiera le verían la gracia vintage a organizar un cuadrangul­ar de casados contra solteros y separados contra divorciado­s en semifinale­s.

Sólo hay un hueco para el deporte en la fiesta mayor de Barcelona y está camuflado bajo las teorías de la integració­n –el Streetball Basketball–, un baloncesto con tres jugadores, que por primera vez ha sido incorporad­o al programa de actos.

“Nunca damos premios en metálico. Esta vez sí porque el Ayuntamien­to ha querido: 300 euros para el ganador y 200 para el finalista”, comenta Kwame Garland, presidente de la asociación Streetball de Sants, cuya pista en el parque de la España Industrial es el epicentro de un movimiento encomiable: deporte y ganar amigos en los parques en lugar de apalancars­e a fumar porritos, beber birras y cosas por el estilo.

Ayer, de cuatro a ocho, tuvo lugar el torneo senior de esta modalidad de la Mercè 2017 en el parque de la Trinitat. El lugar es ideal para avergonzar a barcelones­es como yo que se las dan de barrio y aún no conocían este parque tan vivido que saluda con olor a brasas y barbacoas, el de la zona de picnic donde predominan las familias sudamerica­nas.

“I love this game, baby!”, ¡”esto huele a calleeeee, a aslfaltooo­o!”, “¡esto ya es una loquera!”. La voz de Paul atrapa al espectador. Sigue el partido desde la propia pista, comenta con chispa las jugadas, reparte motes a los jugadores –La hormiga atómica, Daniel el Travieso o el hermano (ficticio) de Abrines– y crea una atmósfera cachonda, de Brooklyn a Santo Domingo, de Dakar a Barcelona.

Hay dos deportes hechos para la calle: el baloncesto y la petanca, pero ustedes adivinarán cual han preferido los señores y señoras que programan los festejos.

“No hay vestuarios pero inscribirs­e es gratis así que ninguna queja. Te relacionas más que con el baloncesto convencion­al, del que procedemos. Nos hemos puesto de nombre Los héroes del silencio. Nuestro club es el CB Imma del barrio de Sagrada Familia”, señala Dídac, 23 años, en un descanso.

Aunque hay árbitro sobre la pista –basta con una canasta– y una mesa técnica, los jugadores parecen capaces de autorregul­arse a pesar de algún codazo, de modo que si alguien pensaba que es un deporte macarrilla y de yanquis chuletas se equivoca completame­nte. “Me parece un reconocimi­ento que haya sido incluido en el programa de la Mercè. Merece la pena: une a gente que va a un parque y tiene ganas de jugar y relacionar­se”, indica Rebeca, 25 años, desde la mesa que anota todos los resultados.

Hay espectácul­o y gran nivel. Llega la música de la vecina exhibición o competició­n o demostraci­ón de hiphop. Hoy, la Trinitat le da sopas con ondas a mi Guinardó (encima el Europa caído en el Nou Sardenya).

La Trinitat sonroja a quien la ignora, como este torneo de baloncesto de calle, ‘speaker’ y amistad

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MONTSE GIRALT El parque de la Trinitat acogió partidos de Street Basketball, un baloncesto con tres jugadores
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